martes, 15 de marzo de 2016

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN FRENTE A TRUMP


 El 16 de junio del año pasado el millonario Donald John Trump (apellido que curiosamente en inglés, en el juego de naipes, significa “la carta más alta o ganadora”) anunció públicamente su intención de competir por  la candidatura republicana a la Presidencia de los Estados Unidos.

En México quizás no recordaremos la fecha, pero no olvidaremos que fue el día en que por primera vez Trump se manifestó despectivamente sobre los mexicanos ("México manda a su gente, pero no manda lo mejor. Está enviando a gente con un montón de problemas (...). Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores" y fue cuando propuso levantar un "gran muro" en la frontera entre los dos países y que "México lo pague".

Dichas expresiones fueron objeto de muchas publicaciones y comentarios tanto en medios impresos como electrónicos y redes sociales y a partir de ahí las agresiones verbales de Trump no han cesado. Sólo es cosa de ver las continuas reacciones y comentarios en las redes sociales para conocer lo que se opina de este personaje.

Nuestro país no es el único que ha sido agredido por el precandidato. Su carrera hacia la presidencia ha incluido agresiones verbales y físicas hacia medios de comunicación, independientemente de que ha venido enfrentado varias demandas en algunas cortes norteamericanas.

Desde el inicio de su campaña, Donald Trump ha llamado repetidamente a la prensa "escoria" y "lo peor"; ha hecho burla de algunos y hasta sus escoltas han agredido físicamente a otros. Quizá para los mexicanos la más memorable de las agresiones fue la que propinó al periodista mexicano (ahora con ciudadanía norteamericana) Jorge Ramos.

El 26 de agosto, Ramos, de la cadena Univisión y uno de los periodistas más influyentes de Estados Unidos, fue expulsado del salón en donde se celebraba una conferencia de prensa por un guardaespaldas de Trump, quien obedeció a una señal corporal de su jefe. La razón: querer saber sobre su política migratoria y su plan de expulsar del país a 11 millones de indocumentados.

Aun cuando luego fue recibido nuevamente en la conferencia, gracias a la presión de algunos de sus colegas periodistas, y pudo hacer sus preguntas, la agresión y la forma cortante de responder de Trump  fue un hecho visto en vivo a través de la televisión. Luego de ello, en entrevista para Univisión, Ramos comentó: "En ninguna parte del mundo me han sacado de una conferencia de prensa o de una entrevista por la fuerza. Nunca".

PERO NO FUE EL PRIMERO.

En julio del año pasado, Trump pronunció agresiones en contra del periodista cubanoamericano de Telemundo, José Díaz Balart, sobrino de Fidel Castro y otro de los periodistas influyentes en Estados Unidos. Cuando Díaz hacía una pregunta en una conferencia de prensa, fue agresivamente interrumpido por el millonario.

Mientras Balart encaminaba su pregunta al tema del cruce de inmigrantes (“Muchos sienten que lo que usted dijo de que quienes cruzan la frontera son violadores y asesinos…”, Trump literalmente lo cortó: “No, no, estamos hablando de la inmigración ilegal y todo el mundo lo entiende. ¿Saben qué? este es el típico caso de la mala interpretación; toman una frase de aquí, otra de allá y las unen”, y mirando a Díaz Balart, aunque en el video no se ve al reportero, añadió: “Y tú estás con Telemundo y Telemundo debería sentir vergüenza”. Trump siguió hablando y hasta hizo alarde de la demanda que tiene contra la cadena Univision. “Tú ya terminaste”, concluyó tajante.

Al mes siguiente (6 de agosto) hizo públicamente comentarios poco agradables en contra de Megyn Kelly, la moderadora del primer debate entre varios precandidatos republicanos, quien fue dura en sus intervenciones y especialmente contra Donald Trump, al que le dijo que no podía ser presidente por haber calificado a las mujeres de "cerdas, gordas y perras”.

Trump acusó a Kelly de no ser muy rigurosa ni muy inteligente por cuestionarlo y después, en una entrevista, hizo comentarios contra la mujer: "le brotaba sangre de los ojos, le brotaba sangre de... de donde sea", en un juego de palabras que insinuaba que Kelly estaba menstruando.

En noviembre, el precandidato volvió a insultar a un
periodista. En un evento proselitista en Carolina del
Sur se burló de Serge Kovaleski por un artículo que
publicó en 2001 en el Washington Post, sobre un supuesto grupo de musulmanes en Estados Unidos celebrando la caída del World Trade Center. En esta ocasión Trump imitó los movimientos que hace una persona que, como Kovaleski, sufre de artrogriposis, un síndrome clínico congénito que afecta las
articulaciones y movilidad.

El caso más reciente ocurrió el pasado 29 de febrero, en esta ocasión en contra de un reportero gráfico de la revista Time. Un guardaespaldas de Trump empujó al periodista Christopher Morris, provocando su caída y el inicio de los forcejeos. Después, el fotógrafo enojado tomó del cuello al agente de seguridad que lo había empujado. La agresión se debió a que el reportero quiso captar mejores ángulos de una manifestación: “Solo di un paso unas pulgadas más adelante de la barrera, entonces me agarró del cuello y empezó a empujarme hasta que caí al suelo”, expresó el

Aunado a las anteriores agresiones (y todo lo que pueda venir, sea o no el candidato republicano), Trump enfrenta varias demandas judiciales.

El portal especializado Law Newz, fundado por Dan Abrams, analista de temas legales para la cadena ABC publicó el pasado mes de febrero que Trump ha estado involucrado en por lo menos 169 demandas federales que datan desde 1983. Son asuntos que van desde disputas empresariales hasta recientes acusaciones sobre afirmaciones discriminatorias sobre minorías, expresadas en sus actos de precampaña. Lo mismo ha sido demandado por celebridades que por asistentes personales, sindicatos y empresarios.

Ante este panorama y el inesperado éxito que está teniendo el empresario, no es raro que los líderes republicanos ya estén buscando cómo descarrilar el ímpetu de Donald Trump, en lo que constituye una crisis para Partido Republicano, pues la militancia parece encaminada a nominar a un candidato presidencial que la cúpula organizativa no puede controlar.

Lo interesante será ver la reacción de los medios de comunicación y de quienes lo han demandado o criticado, en el caso que resulte el candidato, y más, si llegara a ganar la Presidencia.

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