La semana pasada (26 de noviembre) se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 20 de diciembre de 1993.
Particularmente en este año, a partir de ese día se puso en marcha la campaña “16 días de activismo
contra la violencia de género: pinta el mundo de naranja: Pon fin a la violencia contra las mujeres y niñas”, que llegará a su término el 10 de diciembre en ocasión del Día Internacional de los Derechos Humanos.
Que en México existe la violencia en contra de la mujer es innegable, y lo avalan cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (); 63 de cada 100 mujeres de 15 años y más, residentes en el país, ha experimentado al menos un acto de violencia de cualquier tipo, ya sea violencia emocional, física, sexual, económica, patrimonial y discriminación laboral.
Independientemente de estos datos, pienso en las mujeres que sufren agresiones y violencia en el ejercicio de su trabajo, y sin hacer menos a aquellas que trabajan en fábricas o en el servicio doméstico, me refiero a profesionistas cuyo trabajo las expone a situaciones que pueden derivar en diferentes formas de agresión. Me refiero particularmente a aquellas que se dedican a la labor informativa en medios de comunicación.
De acuerdo con Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC) –organización especializada en el periodismo con perspectiva de género–, las mujeres periodistas enfrentan mayormente los siguientes tipos de violencia:
- Psicológica: amenazas, presión sobre seres queridos, insinuaciones sexuales.
- Física: empujones, jaloneos, gritos, sometimiento y eventuales golpes.
- Patrimonial: allanamiento y despojo de material de trabajo, como grabadoras o cámaras, entre otros.
- Hostigamiento: acoso sexual y violencia institucional manifiesta a través de acciones provenientes de diferentes órdenes de autoridad.
A fines del mes pasado, la (IWMF, por sus siglas en inglés) realizó la 26 entrega del Reconocimiento a la Valentía en Periodismo Femenil a un grupo de mujeres periodistas de distintas nacionalidades.
Durante la presentación de las ganadoras, la directora ejecutiva de IWMF expresó que se premia la valentía y la perseverancia de mujeres periodistas, especialmente en países donde las amenazas, la intimidación, la represión política y la prisión son duras realidades para los periodistas que buscan informar con la verdad.
Algunos datos de las premiadas
Entre las ganadoras del reconocimiento de la IWMF este año figuran:
Mwape Kumwenda, quien trabaja para Muvi Television en Zambia, cubriendo temas de asuntos
comunitarios y políticos y quien ha sufrido diversos tipos de violencia en su trabajo. Por ejemplo, en febrero de 2013 fue amenazada por gente de su gobierno por un reportaje en el que expuso el asesinato de 20 presos dentro de una cárcel de máxima seguridad, avalado por el gobierno. Algunos ministros le llamaban por teléfono para prevenirla de un posible arresto por traición.
Lourdes Ramírez, periodista independiente en Honduras, quien en más de una ocasión ha puesto en riesgo su vida en busca de la verdad. En algún momento fue forzada a salir de su país temporalmente debido a las amenazas que había recibido. En 2005, a raíz de la investigación de
violación a los derechos humanos de algunas trabajadoras de una fábrica, fue seguida por un hombre que la amenazó de muerte si no dejaba de investigar el tema. Seis años después, investigando un tema de corrupción, recibió una llamada de alguien que le daría más información; cuando llegó al lugar de la cita, fue violentamente introducida a un auto en donde fue amenazada de muerte.
Anna Nemtsova, corresponsal del Washington Post en Rusia, Ucrania y otros países de la ex Unión Soviética. En una ocasión reciente visitó una morgue para tratar de identificar a las víctimas de un avión comercial que fue deliberadamente derribado, a fin de ayudar a los deudos; no bien había empezado
cuando fue detenida, interrogada y amenazada por un grupo de militares. Algo similar le sucedió en Ucrania cuando cubría posibles hechos de secuestro, tortura e inanición en una zona de conflicto, en donde un grupo rebelde la detuvo y amenazó. "Son comandos que usan máscaras; te atrapan, te quitan el celular y te trasladan con los ojos vendados en dirección desconocida", explica, al tiempo que reconoce que su liberación fue mera suerte: "muchos colegas han perdido la vida en situaciones similares."
En México quizá se llega a tales extremos en zonas conflictivas donde dominan grupos de crimen organizado, pero lo más común en agresiones a reporteras son empujones y agresiones físicas y verbales por parte de cuerpos de seguridad y uno que otro guardaespaldas que busca abrir paso a su jefe o por parte de algún(a) funcionario(a) prepotente.
Mujeres periodistas en México hay muchas. Muchas de ellas se han expuesto a diferentes formas de violencia, ya sea directa por el tipo de temas que abordan (narcotráfico, explotación sexual, corrupción, pederastia, etcétera), u ocasionada por la cobertura que realizan, por ejemplo, en zonas de desastre, en regiones en conflicto bélico, en lugares inhóspitos o en coberturas especiales en diferentes países del mundo.
Muchas de ellas han sido reconocidas con premios nacionales e internacionales por el resultado de su labor, vertido en algún género periodístico, pero no recuerdo a alguna que haya sido reconocida por su valentía al enfrentar situaciones que eventualmente resultaran en algún tipo de violencia durante la realización de su trabajo. Y me parece que son muchas, lo que hace imposible mencionar a algunas, omitiendo a muchas más.
Como quiera que sea, creo que los premios de periodismo deberían considerar un reconocimiento a aquellas mujeres periodistas que, gracias a su valentía y exponiéndose a algún tipo de violencia, logran exponer situaciones en busca de la verdad.
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