lunes, 30 de octubre de 2017

LOS CARICATURISTAS TAMBIÉN TIENEN LO SUYO


La semana pasada comenté lo que implica el trabajo del reportero gráfico dentro de los medios impresos y la importancia de la fotografía como evidencia objetiva de una realidad. En la actualidad no menos importante en la labor informativa de los diarios –y en algunos casos en la televisión- es la presencia de los caricaturistas, quienes ilustran la realidad, especialmente la sociopolítica, acorde a su propio estilo subjetivo, de forma irónicamente amena.

No hay medio impreso que no tenga en sus páginas al menos una caricatura que por sí sola pueda constituir un editorial, una crítica, una sátira o un “yo acuso” expresados con humor. Y es que la caricatura es, justamente, un sinónimo de sátira y humor. Por ello se dice que la risa es la aliada permanente de la caricatura.

A través de la caricatura, su creador se burla de una realidad, de un evento o de una persona, ya que la burla se considera como la proyección externa de una inconformidad interna frente a una realidad observada. Para ello el caricaturista no necesita muchas palabras y basa su crítica en el dibujo, que es mejor comprendido por el lector, independientemente del estrato social en que se desenvuelve.

El término proviene del italiano caricare que significa recargar o exagerar, lo que implica que, a través de sus trazos se aísla y resalta un defecto físico, mental, intelectual, moral, político, social o económico, para magnificarlo y ridiculizarlo.

La caricatura acentúa rasgos, los hace resaltar conservando la semejanza con la persona o hecho a cuestionar. Tratándose de una persona puede alterar la nariz, el vientre, el cabello o una circunstancia particular de su vida. Como dice el Dr. Sergio Fernández, en la introducción del libro “La Caricatura Política” (FCE, 1955): “se trata de llamar la atención, de hacer ver –a veces al pueblo, a la masa- los defectos, mirados con lente de aumento, del osado que se enfrenta a la opinión pública”.

De acuerdo con la doctora Carmen Curcó, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, el surgimiento de la caricatura política se dio en Inglaterra: “En Holanda se realizaban grabados  alegóricos  en  los que aparecían multitudes y se pretendía crear un equivalente visual de una situación política. En Italia el rasgo central de la caricatura era la deformación de la fisonomía. Con la síntesis de estas dos escuelas, en la Inglaterra del siglo XV surge propiamente la caricatura política.”

"La Tiranía", publicada en El Iris
En México, el auge de la caricatura política se ubica hacia el Siglo XIX, poco después de la Independencia. Según Agustín Sánchez González, historiador de humor gráfico, en 1826 el italiano Claudio Linati introdujo la litografía al país, e imprimió el periódico El Iris en el que se integró lo que se considera la primera caricatura política en México titulada “Tiranía”, publicada el 15 de abril de 1826. (http://www.jornada.unam.mx/2006/09/10/sem-agustin.html)

A ella siguieron otras publicaciones basadas en la sátira caricaturesca como: El Gallo Pitagórico (1845), Don Bulle Bulle (1847), El Calavera (1847), El Tío Nonilla (1849-1850), La Pata de Cabra (1856-1865) y casi a finales de siglo El Ahuizote (1874) que fue hecho desaparecer por el presidente Porfirio Díaz por su intolerancia a la crítica.

A lo largo de los años, en nuestro país ha habido cientos de caricaturistas que han participado en diarios y revistas y que han logrado plasmar con humor la crítica social, política y económica, ya sea a través de caricaturizar a los actores relevantes o a través de personajes desarrollados por ellos.

El Charro Matías y Don Gastón Billetes
De estos últimos son famosos los de los ya fallecidos Quezada, Rius y Ochoa. De Abel Quezada: “El Charro Matías” (hombre zalamero que inspiraba lástima en las antesalas de todos los políticos prometedores); “Don Gastón Billetes” (una crítica a los nuevos ricos regiomontanos en los primeros años de la década de los setenta); o “El Tapado” (político que sería el candidato del PRI a la presidencia de la República, que se popularizó en la sucesión presidencial de Adolfo Ruiz Cortines a Adolfo López Mateos, en 1957).

Asimismo es de recordar a Eduardo del Río “Rius” y sus personajes: “Juan Caltzonzin” (un indígena con un alto conocimiento filosófico/político del entorno nacional y mundial); “Don Perpetuo del Rosal” (eterno Presidente Municipal que lo mismo despachaba en la oficina que en la cantina), o Don Plutarco
Don Perpetuo del Rosal y Calzontzin
Iturbide, (el terrateniente dueño de casi todo el pueblo). De igual forma a Francisco Ochoa González y su “Don Concho, un político a la mexicana” con quien narra la anécdota política.

Pero la caricatura política no se ha limitado a los medios impresos. La televisión también les ha dado cabida desde los años cincuenta.

En 1952 surgió en la incipiente televisión mexicana el programa Duelo de Dibujantes Raleigh, en el cual cuatro afamados artistas plasmaban en un instante una realidad. Ellos eran Ernesto García Cabral “El Chango Cabral”, Rafael Freyre “La Ranita”, Ernesto Guasp y Alberto Isaac. El programa fue el primer lugar en rating durante casi cuatro años. Tiempo después surgió otro programa llamado “Puntadas pintadas”, con el mismo García Cabral.

Años después la televisión abrió el espacio a caricaturistas, como el caso de Sergio Iracheta, Paco Calderón y Víctor Manuel Monjaráz “Vic”, o Mario Alberto Garduño “Maral”, quienes realizaban cartones en espacios informativos de las televisoras mexicanas.

La lista de los caricaturistas en México es larga, y a cual  más todos contribuyen a transmitir una realidad logrando que hasta los temas más serios caigan en el ridículo y la burla, motivando a la reflexión por parte de sus lectores. El poder la caricatura radica en la forma en que, con su sencillez logra llegar al fondo de un tema o proyectar la personalidad de un personaje; en una imagen y con pocas palabras puede desestabilizar hasta al más ecuánime.


lunes, 23 de octubre de 2017

LOS REPORTEROS GRÁFICOS Y LA FOTOGRAFÍA DE PRENSA


Luego de los sismos que sacudieron varias ciudades de la República Mexicana el pasado mes de septiembre, empezaron a circular en las redes sociales y en medios impresos y electrónicos fotografías que, eventualmente, se volverán icónicas, es decir, serán la representación visual de una realidad.

Terremotos de 1957 y de 1985
Así como en 1957 y 1985 las fotos icónicas de aquellos sismos fueron la del Ángel de la Independencia destrozado en el piso y la derrumbada fachada del Hotel Regis, respectivamente, en los sismos de este año lo han sido, entre otras, la del soldado llorando al no poder rescatar con vida a una señora y su bebé, la del hombre que en Juchitán, Oaxaca, rescató la Bandera Nacional y la colocó encima de las ruinas de lo que fue el Palacio Municipal, o la de grupos de rescatistas con el brazo alzado y el puño cerrado.

Sea que una imagen la capte un reportero gráfico profesional con una costosa cámara digital o un ciudadano con su teléfono celular, las fotografías son un elemento importante en la prensa escrita, no sólo porque ilustran una realidad, sino porque contribuyen a formar un acervo histórico en un mundo marcado en gran medida por las imágenes.

La fotografía periodística importa porque comunica de forma sencilla (sólo basta con mirarla), sin considerar posiciones sociales, niveles socioeconómicos o situación cultural. Puede ser: sujeta a interpretación dependiendo del contexto y del marco de referencia de cada lector; canal para ofender, e inclusive puede enviar mensajes cifrados. La fotografía periodística puede ser tan objetiva como subjetiva, según la persona que la toma o que la mira.

No obstante, el pie de foto es necesario para dar contexto de la situación, saber quién aparece en ella, en qué circunstancias se dio el hecho y detallar algún aspecto interesante. Una foto puede ser impresionante pero sin una breve explicación puede generar desconcierto o una mala interpretación de la realidad, dependiendo de la subjetividad de quien la mira.

Lo importante, en todo caso, es que el pie de foto corresponda a la imagen para evitar lo que sucedió en esta foto en donde, bajo la del entonces Presidente Díaz Ordaz se lee el pie correspondiente a la foto de un lado: “Se enriquece el zoológico.- En la presente gráfica aparecen algunos de los nuevos ejemplares adquiridos por las autoridades….”

ALGUNOS ANTECEDENTES
Sin la pretensión de escribir la historia del periodismo gráfico, conviene tener algunos antecedentes. Su origen se dio en Alemania, que contaba con numerosas publicaciones ilustradas. La más famosa, el Berliner Illustrirte Zeitung, fundada en 1890, que al inicio de la década de 1920 empezó a contratar fotógrafos; en 1921 se empezó a publicar el Arbeiter Illustrierte Zeitung (AIZ), y en 1923 el Münchner Illustrierte Presse.

Estas y otras publicaciones en donde surgieron los primeros reporteros gráficos, influyeron en la transformación de la prensa ilustrada en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Tales fueron los casos de la revista francesa Vu (marzo 1928 – mayo 1940), creada y dirigida por Lucien Vogel, la revista ilustrada Picture Post de Gran Bretaña (1938 – 1957), fundada por Stefan Lorant, considerada la pionera del fotoperiodismo, o la famosa revista americana Life, adquirida por Henry Luce en 1936 para transformarla de revista humorística en la de las famosas portadas y contenidos fotoperiodísticos.

Con el tiempo, y al reconocer el valor visual, histórico y artístico de las fotografías periodísticas, los reporteros gráficos comenzaron a ganarse el derecho de ser reconocidos, primero con el crédito en la foto y luego con premios locales e internacionales. Asimismo el campo de acción se abrió para las mujeres, quienes también asumen la profesión con valentía y profesionalismo.

No puede ser menos ya que el trabajo del reportero gráfico no es sencillo y, al igual que el del periodista, está sujeto a riesgos. Una foto periodística requiere de visión e intuición y no le viene mal un poco de suerte para estar en el lugar adecuado en el momento en que surge la foto noticia.

Contrario al fotógrafo de revista que tiene el tiempo para encuadrar, buscar la iluminación adecuada, hacer pruebas y realizar lo necesario para lograr fotos de portada, el reportero gráfico tiene que lograrlo al primer disparo. Ello los hace merecedores no sólo al crédito sino al reconocimiento por parte de su gremio.

HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA
Son cientos las fotografías cuyos autores en México y otros países han sido premiados por distintas organizaciones al reflejar realidades ya sea como consecuencia de guerras o violencia, por desastres naturales, por situaciones sociales, políticas o deportivas o por meros accidentes o situaciones fuera de lo común.

Cada foto tiene una historia detrás de la propia que presenta la imagen y en ella está la visión, osadía y profesionalismo de los reporteros gráficos que al paso del tiempo se convierten en anécdotas y enseñanzas. Ejemplos de ello los siguientes:

  • En julio de 1975, el fotógrafo Stanley J. Forman, del Boston Herald American cubría un incendio en un edificio y subió a un camión de bomberos para lograr la mejor foto del rescate de una joven y una niña atrapadas. Justo cuando un bombero llegaba hasta las chicas, éstas cayeron al vacío, al momento que Forman activaba su cámara.

  • En noviembre de 2014, con motivo del aniversario del peor accidente aéreo en la Ciudad de México, publiqué el testimonio del reportero gráfico Gustavo Camacho quien fue de los primeros civiles (y quizás el primer fotorreportero) en llegar al aeropuerto en donde se acababa de estrellar un avión DC-10. (http://corpmedios.blogspot.mx/2014/11/). Camacho relata cómo salió de casa con zapatos dispares, brincó una reja de 3 metros y se metió a la zona federal del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, para seguir tomando decenas de fotos en medio del desastre.
  • Enrique Metinides, uno de los más reconocidos reporteros gráficos en la llamada “nota roja” (policía), narró durante la presentación del documental “El hombre que vio demasiado”, que en una ocasión tomó la foto del sitio donde un hombre fue asesinado y que, gracias a esa fotografía la policía pudo atrapar a un sospechoso que había presentado testigos de que él no había estado en ese lugar al momento del homicidio; la fotografía revelaba que en efecto, estaba entre los mirones, lo que bastó para que lo detuvieran.
En resumen, la fotografía ha ido abriendo cada vez más el ámbito de la comunicación visual y de la transmisión de información y los reporteros gráficos han ganado un espacio propio que va más allá del crédito al pie de foto, sino al reconocimiento de su trabajo y de los riesgos que corren para lograrlo.
Como asevera Martin Keene, autor del libro “Practica de la Fotografía de Prensa: una Guía para Profesionales”, la fotografía periodística no es sólo una carrera o una profesión, sino una forma de vida en la que los reporteros gráficos tienen asientos de primera fila en la historia contemporánea.