En
días pasados participé en un panel de discusión en el encuentro de líderes
Comunicar en Crisis Oportunidad y Estrategia, organizado por la Asociación
Mexicana de Comunicadores (AMCO). Una de las preguntas que formuló alguno de
los asistentes era en el sentido de cuántos tipos de crisis pueden surgir dentro
de una organización.
En
lo que me correspondía responder, reflexioné en todas las posibilidades.
Primero pensé en generalizar pero la respuesta sería muy breve; luego pasó por
mi mente puntualizar sobre las más comunes: Fugas o derrames, conflictos
laborales, accidentes, sabotaje, retiro de producto del mercado (recall), delitos de cuello blanco,
denuncias de consumidores, etcétera.
Finalmente,
al responder, concluí que cualquier institución sólo enfrenta dos tipos de crisis:
- Aquellas de las que se sale fortalecido
- Aquellas que terminan en la quiebra o al menos el desprestigio de una institución
Comenté que aunque cada crisis es
diferente, lo importante es lo que se aprende en cada una de ellas. Así como en
la industria aérea difícilmente hay dos eventos ocasionados por la misma causa
gracias a los resultados de las investigaciones de cada accidente aéreo, de
cada crisis se puede aprender a partir de la revisión de todo lo que se hizo
durante el tiempo que duró el evento.
Lamentablemente no siempre se tiene presente la importancia
de documentar el desarrollo y gestión de la crisis y, en ocasiones, ni siquiera
sobre las causas, reales o aproximadas, que la originaron.
Para ello es importante, dentro
del proceso de gestión de la crisis, designar a alguien que continuamente,
minuto a minuto, esté documentando cada acción de comunicación, así como la
atención a llamadas telefónicas, los mensajes en redes sociales, solicitudes de
información, obtención de datos y observaciones sobre el desempeño del equipo
de crisis con relación a las disposiciones del manual respectivo.
GUIA PARA EL APRENDIZAJE
Disponer de un documento que
refleje puntualmente la gestión de la crisis es contar con una guía de
aprendizaje que permite actualizar o corregir los manuales de prevención y
manejo de crisis. Independientemente de cómo haya salido del momento crítico, y
especialmente si el resultado no fue del todo positivo, a partir de dicho
documento, el comité de crisis puede reflexionar seriamente sobre varios temas,
con sólo plantear algunas preguntas:
1.- ¿Qué hicimos o dejamos de hacer para que estallara
la crisis?
La prevención de riesgos implica
el realizar auditoría
para identificar escenarios y crisis potenciales en cada
área de la institución. Revisar manuales de producción y de servicios, realizar
auditorías físicas de las instalaciones, estimar niveles de gravedad y efectos
de una potencial crisis, revisar políticas, son parte de la prevención. Una vez
finalizada la crisis, es conveniente descubrir las áreas de oportunidad.
2.- ¿Consideramos todos los factores que al final
desataron la crisis?
Quizá se carecía de sistemas de alerta
eficaces, o pudo fallar la comunicación de la alerta hacia los niveles
superiores de la organización; posiblemente se pasó por alto algún elemento
que, por obvio, no fue considerado, o pudiera ser que dentro del proceso de
prevención no se consideraron todos los escenarios posibles.
3.- ¿Reaccionamos lo suficientemente rápido para atender
la crisis?
Quizá los equipos técnicos sí
reaccionaron de inmediato pero la comunicación fue deficiente y se produjo un
vacío de información que detonó la crisis. Posiblemente pensamos que la
situación podría contenerse y soslayamos la capacidad de los medios de
comunicación para enterarse, permitiendo que terceros ajenos a la institución
tomar la iniciativa en la comunicación.
4.- ¿Hay algo que hubiéramos hecho diferente?Analizar el documento a la luz de
los resultados, posibilita determinar situaciones que quizá afrontadas con un
enfoque distinto, podrían haber facilitado la solución de la crisis. De otra
forma, este análisis también puede dejar expuestos errores cometidos en la
gestión de la crisis, cosas que no debieron hacerse o decirse que repercutieron
negativamente en la solución del problema.
5.- ¿Los involucrados asumieron correctamente su
responsabilidad dentro del comité de crisis?No se trata de encontrar culpables
sino de descubrir áreas de oportunidad que permitan una mejor gestión en caso
de una nueva crisis. Quizá los integrantes del comité de crisis actuaron
conforme a manuales obsoletos. También pudiera ser que dicho comité cuente con
nuevos miembros producto de la rotación de personal, que no estén capacitados
en el tema.
6.- Vigencia de los manuales
Derivado de lo anterior la
siguiente pregunta es si se tiene vigente el manual de prevención y manejo de
crisis y si todos los integrantes del comité están actualizados en cuanto a sus
papeles en caso de tener que entrar en acción.
7.- ¿Necesitamos simulacros?
La última pregunta deriva de los
puntos anteriores y más que pregunta, debería ser una contundente declaración: ¿Se
requieren simulacros, en qué áreas, con qué urgencia y con qué frecuencia?
Un simulacro es más que un taller
de crisis; es el diseño de una situación que potencialmente puede ocurrir, que
se da en tiempo real y con la participación de “autoridades”, “periodistas”,
“personal de la institución”, “ex empleados” y otros involucrados. Es la
vivencia similar a la de los pilotos de avión en un simulador.
Al igual que en la industria
aérea, no basta hacerlos una sola vez sino calendarizarlos al menos una vez al
año, cada vez con situaciones diferentes.
Mis conclusiones en la mesa de
debate fueron y siguen siendo: Enfrentar una crisis significa poner en juego
valores y principios, fundamentalmente: verdad, honestidad, responsabilidad,
flexibilidad y consistencia.
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