Cuando la semana
anterior empezó a correr el rumor de que el gobierno había acabado con “El
Chayo”, dicen que dentro del medio periodístico mexicano surgió inquietud. El
portal SDP escribió: “Por lo pronto muchos “periodistas” entraron en
pánico cuando anunciaron oficialmente la muerte del Chayo, sudaron frío, se
imaginaron buscando trabajo, llamando a sus contactos para que no los eliminen
de las nóminas gubernamentales, en fin la zozobra reinó por unos días
entre el gremio de “informadores”.
“Chayo”, “Embute”, “Chacaleo”, “Borregos”, “Voladas” y
algunas otras expresiones son todavía de uso común en el periodismo en México y
todas ellas tienen una razón de ser y un origen, a veces no muy claro o confuso
por las diversas versiones al respecto.
Estas son las más conocidas:
EMBUTE
Se trata de una dádiva, ya sea en dinero o en especie, con
la que se busca influir en reporteros, editores y directores de medios
informativos para que la información difundida sea favorable. La palabra no existe en el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua y su práctica tiene un origen poco cierto.
Hay quien dice que se
remonta a la época porfirista (o quizá desde antes) al atribuirle a Porfirio
Díaz la frase ‘’maicear a los
periodistas’’, significando con ello la institucionalización del embute. Según
el periodista veracruzano Luis Velázquez, durante el régimen presidencial de
Porfirio Díaz se publicaban en el país cientos de periódicos de los cuales “sólo unos pocos le eran críticos. El resto tiraba agua
bendita al paso de Porfirio Díaz. Y, claro, cada vez se aparecían puntuales,
puntualitos, en la oficina de la Presidencia de la República, un número
incalculable de reporteros a cobrar el embute”.
Entre los periodistas de la segunda mitad del siglo pasado
era tema obligado en las giras con los funcionarios públicos y ocasión de
chistes y frases como “En defensa del
embute, ni un paso atrás”, ‘’Embute
que no te corrompa… ¡agárralo!’’, “Primero
el embute y después la gira”, “Suspendan
los salarios, pero autoricen manos libres pa’l el embute’’.
CHAYO
Es una forma “moderna” de llamar al “Embute” y es apócope de
Chayote. Sus derivados son: “Chayotero” y “Chayotear”, significando,
respectivamente, a quien acostumbra vivir de él y a quien lo da
sistemáticamente, por lo regular el “El Jefe de Prensa” de la respectiva Unidad
de Comunicación Social de una
dependencia pública.
Se supone que la expresión deriva de que hace muchos años la
Presidencia de la República entregaba el “embute” en la residencia oficial de
Los Pinos por manos de una señora llamada Rosario; si el pago era considerable
se decía que recibían un "chayote", si era mediano entonces era un
"chayo" y si era muy pequeño, "chayito", pero cuando los
atendía el presidente en persona, dicen que lo que recibían era un
"Rosario de bendiciones".
En otra versión,
en su libro “Los Presidentes”, Julio Scherer
García ubica el origen del chayote en 1966, cuando en una
ceremonia de inauguración de un sistema de riego en Tlaxcala, en las épocas de Gustavo
Díaz Ordaz, un funcionario de la Presidencia entregaba a los reporteros el “embute”,
semioculto entre plantas de chayote. “¿Ves
aquel chayote?”, decían los reporteros; “Están echándole agua. Ve allá”.
El “Chayo”
también es objeto de chistes y frases como: “El chayo es de quien lo trabaja” o
“Un jefe de prensa no vale nada si no
tiene dinero para repartir… “, expresada por Humberto Romero, cuando era director de Relaciones Públicas del
Departamento del Distrito Federal.
CHACALEO
Es la acción mediante la cual un
reportero busca ganar una nota a sus compañeros de otros medios a través de una
entrevista improvisada o “banquetera”. La reportera radiofónica Martha Alicia Villela lo describe en su blog
como: “las entrevistas atropelladas, de banqueta,
que realizan reporteros en bola rodeados de camarógrafos y fotógrafos; en
las que el entrevistado dice lo que quiere sin importar cuál es la pregunta, y
los reporteros lanzan preguntas atropelladas, a veces sin siquiera esperar la
respuesta”.
El término deriva de la zoología,
referido a un mamífero carnívoro de África y Asia, especialista en robarle la
presa a depredadores menores que con esfuerzo han realizado su caza. Originalmente era la entrevista no
programada que un sólo reportero hacía a un funcionario o personaje público al
finalizar un evento y la utilizaba como
exclusiva para su medio informativo. Así, el “chacal” ganaba la nota a los
demás reporteros. Con
el tiempo empezaron a ser varios los reporteros que orillan al personaje al
término de un evento, lo que ha llevado a la descripción que hace Martha Alicia
y que ha generado frases, entre los propios periodistas, como: "¡Tuve la nota en el chacaleo!", o "¡Me chacalearon!".
VOLADA
Una “volada” es una información que se da por cierta sin
haber sido investigada. Es una historia inventada por el periodista que, si
está bien hecha, puede ser creíble y alcanzar niveles insospechados. Desde
luego, es también una violación a la mínima ética profesional no obstante lo
cual, se dan con relativa frecuencia en todos los medios.
La periodista Bertha Hernández explica: “Volar
es cruzar esa franja que separa al buen periodismo de la literatura; rara vez
los efectos son estrictamente noticiosos, eso sí, son de un dramatismo
muy llamador. Hay “voladas” memorables, como la de aquel reportero que llegó a
su periódico con una espléndida crónica de la escenificación de la Batalla del
5 de Mayo allá en el Peñón… misma que se había suspendido. Los reporteros
que vuelan han inventado asesinos de delincuentes y extraterrestres, y eso por
hablar de los casos más llamativos.”
Un reportero conocido por sus “voladas” fue Jayson Blair,
del New York Times, muchas de cuyas falsas historias fueron de primera plana.
BORREGO
Finalmente, un comentario sobre los “borregos”. Se trata de
una historia, sin sustento y tendenciosa, pero con algún grado de verosimilitud
que se hace correr por algún medio con algún fin interesado o simplemente para
“ver qué pasa”.
Aún cuando no hay relatos sobre su surgimiento y el por qué
se denomina de esta manera a estas informaciones, es probable que se refiera al
hecho de que si la historia “pega” puede ser seguida por otros medios, como
borregos, contribuyendo con ello al logro de los fines de quien lo generó.
Los códigos de ética de muchos medios han llevado a una
reducción de estas prácticas, aunque son todavía muchos quienes las mantienen,
tanto en lo individual como en lo institucional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario