A raíz de las manifestaciones del 20 de noviembre en
diferentes ciudades de la República Mexicana, escuché cuestionamientos sobre su
utilidad y las afectaciones en la movilidad ciudadana. Básicamente las preguntas
eran las mismas ¿De qué sirven estas manifestaciones? ¿Qué ganan si luego no
pasa nada? ¿Quién y con qué fin las organizan?
Esas manifestaciones exigiendo justicia por el caso de los 43 estudiantes
desaparecidos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, en Ayotzinapa, no
sólo se dieron a gran escala en la ciudad de México sino en otras ciudades del
país. Los medios de comunicación dieron cuenta, entre otras, de las siguientes:
Durango, San Cristóbal de las Casas y
Villa Flores, Chiapas; Torreón, San Luis Potosí, Irapuato, Oaxaca, Mexicali, Xalapa y Cuernavaca.
En Hermosillo, capital de Sonora, la situación fue especial. Se unieron
padres de la Guardería ABC en cuyo incendio en 2009 fallecieron 49 niños,
decenas de afectados por el derrame de sustancias tóxicas de una minera que dejó
por lo menos 19 casos de intoxicación aguda según reporte de la Comisión
Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y el Centro
Nacional de Prevención y Control de Enfermedades (Cenaprece), y un grupo de
estudiantes que tomaron de manera pacífica el Congreso local para exigir una
solución a los problemas de seguridad en el país.
Las manifestaciones masivas surgen por la inconformidad ciudadana y la
búsqueda de un cambio en situaciones económicas, políticas o sociales que le
afectan. La historia y los medios de comunicación han documentado movimientos
sociales reflejados lo mismo en marchas que en plantones o paros en diferentes
países que han logrado, en especial, cambios socio-políticos.
ALGUNOS EJEMPLOS EN LATIONAMÉRICA
Ma. Fernanda Somuano Ventura, profesora-investigadora del Centro de
Estudios Internacionales de El Colegio de México, comentó en un artículo
publicado en la revista Política
y Cultura: “Aunque los movimientos sociales sólo representan una parte de la
sociedad civil, no se puede desconocer que éstos pueden ser generadores de
nuevas identidades que den lugar a nuevas formas de representación política”.
A este respecto, tres ejemplos de protestas públicas que lograron sus objetivos
en Latinoamérica:
La guerra del agua de Cochabamba.-
Es el nombre de una serie de protestas en esa ciudad boliviana entre los meses
de enero y abril de 2000. Su detonante fue la privatización del abastecimiento
de agua potable municipal. En 1989, la multinacional Bechtel obtuvo un contrato
para privatizar el servicio de suministro de agua. A poco tiempo surgieron quejas sobre el aumento de las
tarifas por lo que muchas personas se vieron obligadas a retirar a sus hijos de
las escuelas o a dejar de visitar médicos. En medio del aumento de los
disturbios, el gobierno de Bolivia rescindió el contrato con Bechtel que al año
siguiente inició un proceso legal reclamando indemnizaciones por daños, por un
monto de 25 millones de dólares.
Los levantamientos indígenas de la
CONAIE.- En enero de 2000, la Confederación
de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) logró destituir al presidente
demócrata-cristiano, Jamil Mahuad, luego de que columnas indígenas marcharon
desde las provincias hacia Quito obstruyendo carreteras. El movimiento inició
el año anterior en busca de su inclusión social, política y económica. Los
indígenas consiguieron, además, la revisión de un feroz ajuste en el precio de
los combustibles y del gas doméstico, además de la promesa del Gobierno de
iniciar políticas sociales inmediatas.
La Marcha de los Cuatro Suyos.-
El 25 de julio de 2000 centenares de peruanos llegaron a Lima, Perú, desde
distintos puntos del país para participar en la primera marcha frente al
Congreso de la República denominada “De los Cuatro suyos” (por los cuatro
puntos cardinales y las cuatro regiones en que se dividía el Imperio Inca). El 28
de julio, día en que Alberto Fujimori juraría como Presidente por tercera vez
consecutiva, las movilizaciones atacaron importantes lugares públicos y
privados, incluyendo el Banco de la Nación. El asesor presidencial, Vladimiro
Montesinos, infiltró agitadores profesionales en la marcha que dejó de ser
pacifica cuando, bloqueados por la policía, pequeños grupos comenzaron a
saquear el centro de la ciudad. La marcha se prolongó hasta la medianoche del
29; la prensa y los medios electrónicos solo emitían noticias que pasaban por
el filtro del gobierno. A pesar de todo, la marcha pasó a ser el gran símbolo
de la resistencia a la presidencia dictatorial; hombres que no pertenecían a
ningún partido o movimiento político dieron la cara por la democracia en el
Perú.
Y EN OTROS PAÍSES Y ÉPOCA
Derecho al voto
femenino en EEUU.- Desde el 10 de Enero de 1917, un grupo de
mujeres denominadas “sufragistas” decidieron concentrarse diariamente frente a
la Casa Blanca en busca del derecho al voto. El 20 de Junio estalló el
escándalo cuando durante la visita de una delegación rusa a la Casa Blanca, las
sufragistas exhibieron una pancarta que decía: “Nosotras, las mujeres de
EEUU podemos afirmar que EEUU no es una democracia. A los 20 millones de
mujeres que vivimos aquí se nos niega el derecho al voto”. Esa protesta
hizo el movimiento visible a nivel nacional y al año siguiente el Congreso
aprobó la Enmienda 19 a la Constitución, que prohíbe la discriminación de voto
por razón de sexo.
La Marcha de la Sal.- El 12 de marzo de 1930,
Mahatma Gandhi comenzó una caminata de 390 kilómetros para protestar contra el
Imperio Británico. Durante los 23 días de caminata, Gandhi encabezó multitudinarios
mítines ejemplificando la injusticia colonial por el impuesto sobre la
producción y la venta de sal en la India. Miles de jóvenes se unieron a la
protesta, la marcha convirtió a Ghandi en una referencia política mundial y
desencadenó la primera ola de desobediencia civil masiva contra el poder
británico.
La revolución
Egipcia.- La crisis política en Egipto de 2011, conocida como “Revolución de
los jóvenes” o “Revolución Blanca”, fue una serie de manifestaciones callejeras
de diversos grupos sociales que comenzaron el 25 de enero de 2011 por todo
Egipto. Las manifestaciones surgieron en protesta por el exceso de brutalidad
policial, las leyes de emergencia del Estado, las altas tasas de desempleo, el
deseo de aumentar el salario mínimo, la carencia de viviendas y alimentos, la
inflación, la corrupción, la falta de libertad de opinión, las pobres
condiciones de vida, y factores estructurales-demográficos. La principal meta
de los manifestantes era forzar la salida del presidente Hosni Mubarak, la que
se dio 18 días después del inicio de las protestas.
Una
sola protesta, aislada y sin repetición, por multitudinaria que sea y por
muy noble y justa que sea su causa, no logra el efecto esperado. Se requiere
constancia y persistencia y buscar presencia mediática para incrementar la
presión hacia la causa.
Independientemente de que son propicias
para la infiltración de grupos radicales o políticos que desvirtúan los fines por
las que surgen, en la actualidad el
éxito de las protestas se atribuye en gran parte a la participación de la
juventud que, utilizando las nuevas tecnologías, es capaz de mantener continuos
flujos de información sobre el movimiento y las acciones de detractores,
gobiernos e infiltrados, y en otra parte, a la presión internacional que se
logra a través de la comunicación vía los medios informativos.
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