En México nos encontramos en un año electoral y, por lo
tanto, de mucha información de corte político. Ya desde el mes de enero, en tanto
la información se va centrando en todo lo que implica un “golpeo” para
debilitar a los opositores, la propaganda partidista y
de gobierno canalizada a
través de diversos medios de comunicación, empieza a aturdir a la sociedad.
Justo ahora que empieza el ruido mediático, me parece
interesante reflexionar sobre el tema de la propaganda por la incidencia que
puede tener en la mente de distintas capas de la sociedad, especialmente las
menos informadas.
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la
Lengua, Propaganda, “(Del latín propaganda, que ha de ser propagada)” tiene
entre sus acepciones, las siguientes:
“1. f. Acción o efecto de dar a
conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores.
“2. f. Textos, trabajos y medios
empleados para este fin”.
En términos de comunicación, la propaganda, cuyo uso
primario proviene del contexto político referido a los esfuerzos de un gobierno
o un partido político por convencer a las masas, busca convencer sobre la
bondad o beneficios, reales o supuestos de
una idea, situación, persona u objeto. Como lo que busca es influir en una
actitud comunitaria para ganar adeptos, el mensaje a propagar puede no ser cierto o presentar solamente la
parte más conveniente de una situación o de un argumento.
Entre las características de la propaganda sobresalen:
- Presenta información parcial o sesgada, o una selección de hechos para influir en una audiencia.
- Busca una respuesta más emocional que racional respecto a la información presentada, a través de mensajes con una alta carga emocional, apelando comúnmente a la afectividad y en especial a sentimientos patrióticos.
- Su fin es aumentar el apoyo (o el rechazo) a una cierta posición, antes que presentarla simplemente en sus pros y sus contras.
- Generalmente se repite y se dispersa sobre una amplia variedad de medios con el fin de crear el resultado deseado en las actitudes de la audiencia
El escritor y periodista ecuatoriano Christian Oquendo Sánchez
lo visualizó de la siguiente forma durante la presentación de su libro ‘Comunicar
es más que persuadir’: “La propaganda es una maquinaria de producción y
circulación de mensajes diseñados con
el solo propósito de persuadir, de ganar
espacio en la conciencia de los receptores para que se comporten de una u otra
manera, sin reconocer que hay una humana diversidad de perspectivas. Es fácil
identificar la propaganda porque sus principios esenciales fueron desarrollados
en contextos de guerra.”
PROPOGANDA POLITICA
Y COMERCIAL
Seguramente el ejemplo más representativo de ello
es el del Ministro de Propaganda e Ilustración Popular de Adolfo Hitler, Joseph
Goebbels quien, aun cuando dicen que en realidad fue sobrevalorado, la historia
acredita que fue él quien, mediante la propaganda, divinizó a Hitler, promovió
el odio a lo extranjero, al capitalismo, al comunismo, al sionismo y al
judaísmo, y controló la literatura, la prensa, el teatro, la radio, las bellas
artes y el cine. En pocas palabras, se apoderó de los medios de comunicación de
masas para adoctrinar al pueblo con propaganda política.
En el terreno comercial, otro ejemplo nos lo da el
pionero de las Relaciones Públicas, Edward L.Bernays: En 1929 en Estados Unidos
las mujeres
no fumaban por la creencia de que hacerlo era propio de prostitutas
o cabareteras. Para ayudar a incrementar las ventas de cigarros para su cliente,
Bernays organizó en Mahantan una manifestación a la que llamó el “Desfile de la
Antorcha de la Libertad” con la idea de propagar que, cada vez que prendían un
cigarro, las mujeres estaban encendiendo la antorcha de su liberación; en menos
de un año el consumo de cigarros se multiplicó por cuatro. La propaganda era
engañosa: al propagar que las mujeres eran más libres porque fumaban, se
cambiaron las creencias y, por tanto, las actitudes, generando el consumo de
tabaco por parte del género femenino.
Muchos de los resultados de la propaganda se dan en
función al contexto precedente. Por ello resulta interesante, en el caso del
actual proceso electoral y antes de ser sujetos de un impacto emocional,
contrastar el mensaje propagandístico con el marco de referencia existente.
PROPAGANDA ELECTORAL
Con el mensaje central de la propaganda de los principales
partidos políticos se puede reflexionar, sin ánimo de generalizar, en lo
siguiente:
- PRD: “En el PRD somos muy conscientes de lo que no funciona en México”. El contexto inmediato en torno a este partido muestra que mucho de lo que no funciona en el país se origina en la forma en que muchos de sus militantes en puestos de elección popular han aletargado el funcionamiento de México, llegando inclusive a procesos penales y a una fuerte división dentro de sus filas. (Casos Guerrero y Michoacán).
- PRI: “Los priistas aplaudimos a los mexicanos trabajadores y luchones. En el PRI admiramos a los mexicanos que trabajan para disfrutar de lo que más quieren.” El marco referencial de la sociedad es la facilidad con la que muchos de sus integrantes en puestos de elección popular se han hecho de bienes materiales con el mínimo esfuerzo, logrando inclusive evadir cualquier acción penal. (Caso Coahuila, Oaxaca y casas Higa).
- PAN: “México está herido por la violencia, manchado por la corrupción…”. El punto de referencia es un partido dividido, con enfrentamientos internos y con evidencias de violencia y corrupción por parte de algunos de sus afiliados en puestos gubernamentales, que incluso les ha merecido prisión inclusive fuera del país. (Caso Mexicanos en Brasil, “dipu-tables” en Puerto Vallarta)
- MORENA: “La honradez es nuestra bandera; no permitiremos la corrupción.” Su contexto inmediato es un líder que durante los últimos ocho años ha estado activo sin que se le conozca una fuente formal de ingresos, lo que de alguna forma se contrapone con el tema de honradez, además de que se dice que obtuvo una constancia de residencia en el DF para ser candidato a jefe de Gobierno en 2000, a pesar de no cumplir con el requisito de residencia de cinco años mínimo.
A menudo la propaganda logra sus objetivos presentando
relaciones ilógicas como: un perro desenrollando el papel higiénico o un
vaquero contaminando el ambiente de un paraje natural fumando. Ambos pueden
resultar hasta curiosos, pero la comunicación es diferente cuando se trata de la
imagen de un político que tiene como fondo una leyenda cuyo significado es por
lo general ambiguo, cuando no contradictorio con la propia persona: “la
solución somos todos”, “renovación moral de la sociedad”, “México para los
mexicanos”, “bienestar para la familia”, “El voto del cambio”, “El presidente
del empleo”.
En los tiempos y las circunstancias actuales sería muy bueno
tener mayor información que dé soporte a la propaganda de cada aspirante a un
puesto de elección popular. Me parece que el país está necesitado de
credibilidad para genera confianza.
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