miércoles, 14 de octubre de 2015

DESARROLLAR EL OLFATO PERIODÍSTICO


El pasado mes de junio escribí en este espacio acerca del olfato periodístico y referí que “no es necesariamente nato a los reporteros y muchos han sufrido para entenderlo, desarrollarlo y capitalizarlo”, luego de lo cual reproduje algunas anécdotas sobre la carencia del olfato periodístico en jóvenes que pretendían iniciar su carrera como reporteros.

En los siguientes días de dicha publicación recibí algunos correos expresando que esa colaboración quedó incompleta, ya que sólo reproduje anécdotas, pero no abundé en algunas recomendaciones para desarrollar ese olfato. A continuación, algunas reflexiones sobre el desarrollo del olfato periodístico.

John Cotton Dana, fundador del Museo de Newark, expresó que “quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de

aprender”. Parafraseándolo, yo diría que una persona que se atreve  escribir (especialmente para un medio de
comunicación), nunca debe dejar de leer. En ese sentido, una de las primeras actividades que debe realizar un reportero, especialmente si es novato, es leer los principales periódicos del día, ver o escuchar los noticiarios de televisión y radio más importantes, así como revisar las redes sociales, para saber qué se dice y qué coyunturas rodean a los temas que le corresponde cubrir.


En alguna ocasión un joven estudiante me miró extrañado cuando le dije que debería leer no sólo su periódico favorito sino otros, especialmente de una línea editorial diferente. Leer los diarios tiene un doble propósito para quien comienza en el trabajo reporteril. Por un lado, darse cuenta de la manera en que cada medio aborda un mismo tema, de los estilos de redacción de los diferentes reporteros, y de la estructura de las notas informativas en comparación con las columnas y los comentarios editoriales.

Por otro lado, leer implica la búsqueda de posibles temas sobre los que eventualmente puede surgir una noticia. Las noticias emanan de la realidad y de lo que de ella se refleja en los medios. Una declaración, una información por parte de algún grupo de la sociedad o de una organización de la sociedad civil, un análisis o estudio que se difunde, y hasta un desplegado o una carta pública pueden dar el indicio de temas o ángulos aún no explorados de diferentes situaciones.

Leer y reflexionar sobre un tema de interés puede ayudar a encontrar un ángulo personal y diferente de un hecho, un estudio o una declaración. En esa reflexión tienen mucho que ver las clásicas preguntas que todo periodista hace: qué, quién cuándo, dónde, cómo, porqué y para qué; quizá una o varias de esas preguntas no fue adecuadamente planteada o suficientemente respondida desde un punto de vista diferente.

La idea es explorar con una óptica distinta, preguntarse cómo sería si fuera de otra forma, abrir la mente a posibles causas y consecuencias;  extrapolar un hecho en busca de cosas nuevas; conectar sucesos, enlazar hechos relacionados; en la búsqueda, quizá se encuentre un protagonista o un antagonista que cuente la historia desde un punto de vista diferente, planteándose las interrogantes que tendría la audiencia del medio.

LA OBSERVACIÓN Y LA ESCUCHA
La realidad de la que surgen las noticias se da cotidianamente y en todo lugar. Por ello es importante para el reportero observar cada entorno en el que se mueve y escuchar atento lo que a su alrededor se dice.
En alguna ocasión uno de mis maestros colocó en el pizarrón una serie de fotografías diferentes y nos pidió observarlas por unos instantes. La mayoría de los estudiantes buscamos en cada foto un personaje, una situación específica, el número de personas en cada foto, la posible correlación entre cada una de las imágenes, etc. Después de unos segundos, el maestro las retiró y vino la pregunta inesperada: “¿quién las puede colocar en el mismo orden en que estaban?

En la búsqueda de la noticia no sólo hay que fijarse en los detalles de fondo sino en aquellos que, por obvios, muchas veces pasan desapercibidos. En un sitio, no solo hay que ver qué personajes están, sino cómo están ubicados; hay que
observar con sutileza sus gestos y, en general, su lenguaje corporal: ¿platican o discuten? ¿Es una conversación seria o están compartiendo anécdotas? ¿Hablan en voz baja, como en secreto? ¿Tienen ayudantes o guardias de seguridad a su alrededor?

De la misma forma, aunque es una descortesía, el reportero tiene que estar a la escucha de las pláticas contiguas; ahí puede surgir la noticia. En alguna ocasión tres funcionarios públicos sentados frente a mí en una sala de última espera del aeropuerto, comentaban sobre el envío de ayuda para víctimas del tsunami de diciembre de 2004, para lo cual enviaron a personal sin pasaportes ni visas. Un reportero que hubiera escuchado esa conversación habría tenido material para una buena noticia. Por eso se dice que el reportero lo es las 24 horas del día y en cualquier lugar.

Para un reportero novato es muy útil aprender de los más experimentados, en tanto éstos estén en disposición de enseñar. La observación de cómo actúan, cómo organizan su agenda y, en general, de cómo trabajan diariamente, puede resultar una guía muy útil para quien comienza en el trabajo periodístico. En muchas ocasiones sus noticias
derivan de llamadas telefónicas a personas clave dentro de una situación específica; en otras, proceden de encuentros personales o de entrevistas  bien planeadas y bajo un temario muy definido con preguntas clave para obtener la información noticiosa.

En resumen, el olfato periodístico no se compra sino que se desarrolla con la práctica y, sobre todo, asumiendo la mentalidad del periodista que constantemente se pregunta el por qué y para qué de las cosas, sumergido todo el tiempo en el mundo noticioso.

Por ello el reportero novato debe, desde el principio, conocer el universo informativo de su entorno y el internacional, estar al corriente de la actualidad, reflexionar sobre ella y el tratamiento que de ella hacen los medios, y construirse sus propias opiniones y reflexiones sobre la práctica periodística que observa en los medios: ¿Qué hubiera hecho yo ¿cómo lo hubiera hecho yo?

Me parece que esas son las líneas prácticas que le ayudarán a desarrollar su olfato periodístico y a profundizar en su aprendizaje. Las prácticas de periodismo no solamente se realizan en el aula de prácticas de la facultad: se hacen todo el día en todas partes. No se es periodista durante una jornada de estudio o trabajo, se es periodista todo el día, cada día de la vida. Lo fundamental en esa observación de la actualidad y la realidad es mirar la realidad con ojos críticos. Ese es el punto de partida del cual se despliega el sentido del olfato periodístico.


Cubrir esos aspectos desarrollando una mirada crítica hacia la realidad, es el camino para desarrollar el sentido del olfato.

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