Mucho se ha dicho que el actual presidente de México
gobierna con base en decisiones más caprichosas que planeadas. Los ejemplos son
de sobra conocidos: el Aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya, la Refinería de
Dos Bocas, la venta (¿?) del avión presidencial, sus continuos “otros datos”,
etcétera. Todo ello nos lo estará recordando el próximo 1 de septiembre con
motivo de su informe de gobierno.
Sin ánimo de justificarlo, el tema de los caprichos no es
nuevo ni exclusivo del actual presidente. Es parte de la condición humana que
cuando se empieza a tener poder se comienza a perder el piso y a sentirse dueño
de la verdad absoluta de forma que, al amparo de ese poder, prácticamente todos
los presidentes de México han tomado decisiones caprichosas en las que muchas
veces han sido partícipes sus familias.
Diferentes medios de comunicación han documentado a lo largo
de los años este tipo de caprichos presidenciales en afán de ser recordados por
la historia, para bien o para mal. Algunos ejemplos:
Miguel Alemán se convirtió en el primer presidente de México
en erigirse un monumento estando en funciones. Semejante capricho lo recuerda la revista
Chilango: “En 1952, fue instaurada en pleno corazón de Ciudad Universitaria
una estatua del entonces presidente de México, Miguel Alemán. La estatua tenía
una altura de 7.50 metros, había costado 409 mil pesos de la época. Era obra
del escultor Ignacio Asúnsolo, quien la hizo mientras se edificaba CU.
Sin
embargo, para principios de los 60 y debido a las protestas sociales y
universitarias, este monumento fue dinamitado. La primera vez ocurrió en 1960,
porque el movimiento Ferrocarrilero y estudiantil se había radicalizado. El
atentado no fue muy efectivo y la estatua sólo sufrió algunos daños.”
En 1966 la estatua volvió a ser dinamitada. Muchos
estudiantes fuimos a testimoniar cómo quedó lo que restaba de ella y algunos
recogimos algunas piedras manchadas por una pinta previa para guardarlas como
recuerdo histórico.
Imagen de Sopitas.com |
Díaz Ordaz también tuvo sus caprichos (aparte del 2 de
octubre en Tlatelolco). Un artículo de Gabriel Zaid, publicado en Letras
Libres recuerda el surgimiento del Fondo de Cultura Económica en 1934 como
editorial independiente y cómo fue creciendo a lo largo de los años. Luego se
lee: “Inesperadamente, en 1965, el presidente Gustavo Díaz Ordaz se sintió
dueño del Fondo y despidió a (Arnaldo) Orfila por haber publicado ‘Los hijos de
Sánchez’ de Oscar Lewis. Nombró en su lugar a Salvador Azuela, un buen hombre
que no tenía la menor idea de lo que era una editorial y así la dirigió. El
capricho presidencial dañó una institución querida y respetada en todo el
mundo.”
Por su parte, su sucesor, Luis Echeverría, ansiaba
convertirse en el líder de los países del tercer mundo, ganar el Premio Nobel
de la Paz y ser designado como Secretario General de la ONU. Durante su
sexenio, de lo que más se hablaba era del Tercer Mundo.
Don Eugenio Anguiano Roch publicó en la revista Foro
Internacional de El Colegio de México (Vol. XVIII, 1 (69) julio-septiembre,
1977. P, 177ss) un trabajo en el que recuerda: “Desde 1972 el jefe del estado
mexicano empezó a manejar con mayor precisión su orientación tercermundista […]
Quería convertir a México en la nación líder del tercer mundo y él transflorarse
en una personalidad de dimensiones planetarias a la altura de un Nehru…” En aras de ese capricho edificó frente a su residencia en San Jerónimo el Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo, el cual cerró en 1983 por incapacidad económica.
El capricho de López Portillo fue concentrar el poder en él
y en su familia, al grado de solapar que su esposa llevara un piano de cola a
sus giras internacionales. Elvia Moreno Guízar expresa en su tesis
de Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura: “La política
cultural se convierte en el capricho de la esposa del presidente. En el cine,
radio y televisión, Margarita López Portillo, la hermana consentida, hizo
Más adelante comenta los resultados de ello: “Las dificultades
derivadas de la crisis económica por la que atravesó prácticamente todo el
sexenio y los excesos y derroches del gasto cultural del gobierno
lopezportillista provocaron que la mayor parte de las actividades culturales
sufrieran un retroceso en términos de los recursos asignados.”
Carlos
Salinas tenía el capricho de convertirse en Presidente de la Organización
Mundial de Comercio (OMC) luego de concluir su presidencia marcada, entre otras
cosas, por la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
El diario El
País publicó en marzo de 1995: “El ex presidente de México Carlos Salinas de
Gortari anunció ayer la retirada irrevocable de su candidatura a presidir la
Organización Mundial de Comercio (OMC), sustituto del Acuerdo General sobre
Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) […]Aunque no se especifican los motivos,
la decisión de Salinas se produce 24 horas después de la detención de su
hermano Raúl, acusado de ser el autor intelectual del asesinato de José
Francisco Ruiz Massieu el pasado 28 de septiembre.”
Imagen: México desconocido |
Un capricho
que los presidentes han tenido es el relativo a la vivienda presidencial. Con
motivo de la conversión de la residencia presidencial de Los Pinos, Isaac
Masri, encargado de transformar Los Pinos en un centro cultural explicó
a El Universal: “La Lázaro Cárdenas
era una casa de escala humana, donde Cárdenas vive y despacha, después llegan
otros y deciden: ‘quiero una casota’; hacen una casa con salones afrancesados,
vienen arquitectos de diferentes gustos, remodelan, le cambian, le tiran, le
ponen muebles, le cambian muebles, se llevan los muebles y ya no sabemos… Era
anárquico.”
En la
entrevista, Masri, explica que según los gustos del presidente en turno, se tiraban
construcciones para levantar otras. Ejemplifica: “[…] en tiempos de Vicente
Fox, el arquitecto Juan Artigas construyó dos cabañas: en la Uno vivió el
Presidente con su esposa, y en la Dos, sus hijos. Calderón ocupó esas mismas
viviendas. Pero fue Enrique Peña Nieto quien construyó sobre la cabaña Dos una
nueva e imponente residencia, que emula el estilo de la casa principal de Los
Pinos, la Alemán. Esta nueva se destinó a las oficinas de la entonces primera
dama, Angélica Rivera, de quien Peña Nieto acaba de divorciarse. Nada queda en
ella del estilo de cabaña y, menos, de las casas que había construido ahí
originalmente Luis Echeverría.”
El actual
presidente decidió no habitar en Los Pinos, y aun cuando expresó que buscaría
una casa cerca del centro de la ciudad, tuvo la caprichosa idea de vivir, como
Juárez, en Palacio Nacional.
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