Todos sabemos que Disneylandia es el concepto de parque temático que con
el eslogan de “El lugar más feliz del mundo”, fue creado por Walt Disney en
1955 con el ánimo de dar felicidad a niños y adultos que lo visitan. Entrar a
ese
mundo mágico en donde todo funciona de maravilla y se vive feliz en
compañía de todo tipo de personaje de caricatura, representa un gasto
considerable para miles de familias mexicanas (entre $100 y $170 dólares por
persona).
Sin embargo, para algunos presidentes en México, no es necesario gastar
en un viaje de esa naturaleza para vivir en un mundo feliz, inclusive con la compañía de todo tipo de personajes de
caricatura. Ello ha quedado de manifiesto a través de sus expresiones
coloquiales o formales plasmadas en entrevistas, discursos o informes de
gobierno.
Uno de los más recordados es Vicente Fox, quien veía ya desde su campaña
política la viabilidad de hacer de México un lugar feliz para lo que terminaría
con el conflicto de Chiapas (el surgimiento del EZLN) en 15 minutos. Ya como
Presidente, durante la presentación de su cuarto informe de gobierno una diputada
lo increpó: «A ver cuando me invita a foxilandia para conocerla». La expresión
dio pie a un documental político llamado «Aventuras en Foxilandia», dirigido
por el cineasta Carlos Mendoza.
Diferentes medios de comunicación dieron cuenta de ese México feliz de
Fox:
“Hoy, en México, la legítima
aspiración de superar
la pobreza empieza a ser una realidad. La pobreza ha disminuido en los dos
primeros años de esta administración.”
“”Cambiamos para que todas y todos
los mexicanos cuenten con más oportunidades de educación, salud y de empleo”
(El Universal 23 Jun, 2003)
“Hoy tenemos
un gobierno que ahorra, que gasta mejor, que actúa con transparencia y que
rinde cuentas. La eficiencia y el ahorro de miles de millones de pesos, en
estos cuatro años nos ha permitido que el Gobierno cueste menos y gaste más, en
lo que es más importante y prioritario: salud educación y combate a pobreza.”
“Con
la ley no se transige, con la ley no se negocia, estamos en una guerra
abierta contra la corrupción y no nos detendremos, la ley debe ser aplicada a
todos los que han cometido faltas, a todos los que han fincado su modus
operandi en la ilegalidad y el enriquecimiento ilícito.”
“En
el primer bimestre del año México tuvo un superávit comercial de 900 mil
millones de dólares (La cifra real del superávit comercial de México, según
datos de la Secretaría de Hacienda era de 995 millones de dólares).
El país maravilloso viene de varios años atrás. En sus últimos informes
de gobierno, López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría se sentían en ese país feliz. El primero expresó:
“El trabajo coordinado del pueblo ha logrado que
nuestro país, en esta etapa de su vida -aunque pequeña dentro de las
dimensiones de su historia-, haya llegado a ser una nación más próspera y
estable, más respetada y mejor definida en el concierto de las naciones.” El
segundo, que enfrentó el 2 de octubre de 1968, refirió: “Hemos vivido una etapa más de nuestra historia en
plena paz social,
manteniendo el orden para que sean posibles las libertades y manteniendo las
libertades para que el orden sea un bien y no un mal.” El tercero dijo: “El campesino que reclama tierras, el
ejidatario, el comunero, el colono y el auténtico pequeño propietario han
tenido en el Gobierno un gestor incansable de sus derechos.”
Foto: Videoteca INAH |
En fechas
más recientes, Ernesto Zedillo expresó en su último informe de gobierno: “Los mexicanos podemos tener la certeza de
que México es hoy una Nación más fuerte, más respetada y más reconocida en todo
el mundo” y Peña
Nieto aseveró: “Hoy somos un país mejor del que éramos hace seis años. En
los primeros cuatro años de la Administración, 2.2 millones de mexicanos
superaron la condición de pobreza extrema.”
El sueño
de estar viviendo en un México feliz ha vuelto a cobrar fuerza en el presente
régimen. El actual Presidente ha presentado en su primer informe de gobierno un
país -que ahora llaman “Pejelandia”- más parecido al “Mundo Feliz” de Aldous
Huxley -utópico, desconocido y extraño para millones de ciudadanos- que al
México real, distante de su visión y de sus reiterados “otros datos”. De ello
dan cuenta varias columnas políticas y de negocios publicadas en los primeros
días de esta semana.
Foto: La Prensa |
Se señalan
las contradicciones con su pensamiento y críticas del pasado; los logros que sólo
son realidad en su visión; la “separación del poder económico del poder
político” frente a varios de los principales dueños del primero; la ilógica de
privilegiar el desarrollo sin considerar la necesaria riqueza para generar
felicidad; la pauperización y el desempleo por una mal entendida austeridad
republicana; las verdades a medias y las mentiras disfrazadas de medias
verdades. En suma, la distancia existente entre lo constantemente expresado
todas las mañanas contra los pocos logros realmente medibles y comprobables.
En la
novela de Huxley se describe un mundo utópico en donde la humanidad se clasifica
en castas, los individuos saben y aceptan su lugar en el grupo social, las enfermedades
han desaparecido al igual que las guerras y la pobreza y por ende todo mundo
vive feliz excepto que, paradójicamente, para lograrlo, la sociedad debe y
acepta ser manipulada, se reducen las libertades de elección y de expresión y
se inhiben el ejercicio intelectual y la manifestación de las emociones.
Las
expresiones de anteriores presidentes sobre un México feliz no pasaron de
ser
sólo eso: manifestaciones públicas de lo que cada uno consideró en su momento
como los logros que habían transformado al país en un casi paraíso. Las del
actual presidente, muy similares a varias de sus antecesores, conllevan el riesgo de que para lograr su
concepto de felicidad es necesario, además de tener que convivir con personajes
de caricatura que fijan normas y conductas, aceptar, como en la novela, ser
clasificados en “castas” (conservadores y liberales), ser manipulados (todas
las mañanas) y perder libertades y valores inherentes al ser humano, incluyendo
la manifestación libre de emociones y sentimientos, a riesgo de ser
re-clasificados, todo lo cual no produce felicidad.
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