Es una típica actitud producto del exceso de confianza, cuyo resultado
ha adquirido diferentes nombres a lo largo de los años: Exxon Valdes, Chernobyl,
Challenger, Columbia, Tylenol, Firestone, La Costeña, Domino’s Pizza, Starbucks…
entre varias decenas más en todo el mundo. A ellas se unió, el pasado sábado 10
la empresa PROSA México, dedicada
a los servicios de transacciones electrónicas, calificada
como la más grande de América Latina y una de las diez más importantes a nivel
mundial.
Alrededor de las 16:00 horas del sábado se
reportaron en las redes sociales fallas en el
sistema de pagos electrónicos por
parte de los usuarios que se vieron afectados al tener problemas para realizar
pagos con tarjetas de crédito y débito y para retirar dinero de cajeros
automáticos.Prosa finalmente dio la cara al día siguiente con un escueto y mal redactado desplegado: “Queremos informarles que la falla presentada el día de ayer, sábado 10, se debió a una incidencia en el suministro eléctrico en uno de nuestros centros de datos, lo cual derivó en la afectación temporal de los servicios que soportan la atención
y operación de transacciones bancarias”. Luego expresa: “Dicha falla fue atendida en forma inmediata con la más alta prioridad y fue restablecida en su totalidad, la mayoría de nuestros servicios fueron puestos en marcha nuevamente.”
Por su parte, 72 horas después la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) recomendó a la población revisar sus estados de cuenta para verificar que no haya cargos indebidos y en su caso notificarlos a su banco; el Banco de México se limitó de declarar que está investigando para verificar el cabal cumplimiento de las disposiciones que le resultan aplicables y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) informó que se tuvo conocimiento y se dio seguimiento puntual hasta el restablecimiento de los servicios afectados.
Ignoro en qué momento los operadores del centro de datos afectado se dieron cuenta de la situación, si había personal calificado para la toma de decisiones, si dentro de la institución existen manuales de gestión de crisis y si está conformado un comité para estos casos a fin de atender la situación de forma adecuada en el menor tiempo posible.
Si Prosa ha incumplido en alguna medida con el Estándar
de Seguridad de Datos para la Industria de Tarjeta de Pago (Payment Card
Industry Data Security Standard) o PCI DSS, y/o con la Norma ISAE 3402 (International Standard for
Assurance Engagements), un estándar de aseguramiento internacional en el
contexto de la seguridad y confidencialidad de la información, la crisis del
pasado sábado será para la empresa algo menor.
A estas alturas, la empresa debería estar
trabajando en la prevención y planeación de una nueva crisis de comunicación,
considerando lo ocurrido y todo lo que al respecto se ha publicado tanto en
redes sociales como en medios de comunicación tradicionales.
De que se dan fallas en este tipo de negocios
hay algunas evidencias:
En diciembre de 2007, El Banco de Uganda entró
en crisis tras colapsarse el sistema de pago de liquidación bruta en tiempo
real (RTGS), un sistema bancario en línea para liquidar transacciones que el
banco estaba alentando a sus usuarios a utilizar por seguro y eficiente.
Juma Walusimbi |
En otro caso, en 2018 se reportó que las
empresas privadas de Mozambique estaban perdiendo alrededor de 82,000 dólares diarios
debido al colapso de la mayoría de los sistemas bancarios electrónicos en el
país. Según la Confederación de Asociaciones Comerciales de Mozambique (CTA) la
mayoría de las tarjetas de débito bancarias, cajeros automáticos y los lectores de tarjetas POS (punto de
venta) no estaban funcionando desde el día anterior.
Los consumidores y las empresas de Mozambique eran
víctimas de una disputa entre Bizfirst y SIMO (Mozambican Interbank Company).
La red SIMO cubre la mayoría de los bancos del país y, por lo tanto, la mayoría
de las tarjetas de débito y cajeros automáticos. Cuando SIMO deja de funcionar,
se lleva consigo la mayoría de las transacciones electrónicas del país.
Lo sucedido en México el pasado sábado evidenció
que una vulnerabilidad de los sistemas informáticos puede complicarle la vida a
millones de usuarios, en este caso, de servicios financieros. Ese día nuevamente
constatamos que una situación o problema técnico se puede convertir en crisis
gracias a las redes sociales y que si no ha habido prevención y preparación, la
situación se puede salir de control y afectar la imagen y reputación de una
empresa al afectar a los usuarios finales.
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