El
pasado sábado 3 de agosto, el Director de
Círculo Digital y Mensaje Político y Vicepresidente de la Asociación Mexicana
de Periodistas de Radio y Televisión, Alejandro Lelo de Larrea planteó en su columna en el diario Basta un
dilema entre periodismo encubierto y periodismo de inmersión.
El
tema se refería a la detención del periodista Humberto Padget dentro de las
instalaciones del Aeropuerto de Santa
Lucía, al pretender hacer un reportaje sobre si se estaban realizando o no
obras dentro de dicha instalación.
En
su explicación durante la transmisión del programa Ciro Por la Mañana, el
reportero expresó: “Como no nos vamos únicamente con las versiones oficiales y
pedir permiso no es otra cosa sino
solicitar que se monte una coreografía, entré a una instalación de acceso
restringido, con conocimiento de esto, para hacer una grabación de lo que se
estaba construyendo o no…”
Describió
que su acceso fue sencillo al pasar 2 filtros de seguridad, en el segundo de
los cuales hay un guardia que “te saluda con absoluta amabilidad y casi
familiaridad porque está acostumbrado al paso de civiles por ahí… hay
contratistas civiles que pasa por ahí todo el tiempo a todas horas para poder
hacer la proyección del nuevo aeropuerto.”
Al
afirmar que el reportero “No abunda sobre cómo lograron pasar el filtro de
seguridad” Lelo de Larrea cuestionó si
se trataba de periodismo encubierto o de
inmersión y citó al maestro colombiano
Javier Darío Restrepo del Consultorio
Ético de la Fundación Gabriel García Márquez: “no se falta a la ética cuando un
periodista convive con la gente abiertamente como periodista (inmersión) […] sí
falta a la ética el periodista que actúa encubierto, que miente sobre su
identidad, porque actúa como un infiltrado.” Y afirma que esto último fue lo
que ocurrió en Santa Lucía.
Javier Dario Restrepo (Foto Festival Gabo) |
Me
parece conveniente precisar que, en este caso, no se trató de un ejercicio de
periodismo de inmersión ni de periodismo encubierto dadas las características
de uno y otro. De acuerdo con Antonio López Hidalgo, profesor de periodismo en
la Universidad de Sevilla, y Mª Ángeles Fernández Barrero (“Periodismo de
inmersión para desenmascarar la realidad” Comunicación Social Ediciones, 2014),
el periodismo de inmersión es “aquél en donde el periodista se introduce en un
entorno durante un periodo de tiempo para experimentar en primera persona
aquellos hechos que posteriormente relatará.”
Agrega
el autor que el periodismo de inmersión puede tener dos variantes: periodismo
encubierto, en donde el profesional oculta su identidad o adopta una ficticia
por medio de diferentes técnicas, y periodismo gonzo, en el que “el periodista
es el protagonista principal de los hechos que se relatan, pudiendo modificar
la historia según crea conveniente.”
Un
reportero busca la información en donde sea y como sea para cubrir su agenda
del día y la orden de trabajo que le asigna su editor. En ello interviene la
sagacidad, los contactos personales, la conciencia del riesgo y una dosis de
imprudencia para entrar hasta donde se pueda, captar la situación y hablar con
quien pueda dar información, sea o no un vocero autorizado. Como expresó Ciro
Gómez Leyva, conductor del programa, al escuchar al reportero: “sin imprudencia
no existiría el periodismo”.
Lo
anterior no implica faltar a la ética. El doctor en comunicación Adelino Gomes,
investigador asociado en el Centro de Investigación y Estudios de Sociología (CIES)
de Portugal, expresó durante el Festival Gabo de periodismo 2017, que los tres
primeros principios inamovibles del periodismo son: “compromiso con la verdad,
el servicio a la ciudadanía y la confrontación de fuentes”; es decir, buscar y
constatar la verdad y difundirla, dar elementos para el debate ciudadano y
verificar la información con otras fuentes y versiones.
ALGUNOS
EJEMPLOS
Nellie Bly (Foto Wikipedia) |
Un
ejemplo de periodismo de inmersión es el de Elizabeth Jane Cochran “Nellie Bly”,
quien se internó dentro del manicomio de Blackwell, en Nueva York, para
denunciar el trato que recibían sus pacientes. Fingió estar loca para trasladar
testimonios que posteriormente servirían para que el gobierno americano
aumentase la subvención que recibía dicho centro.
Hunter S. Thompson, autor de “Los Ángeles del
Infierno” (Hell’s Angels) es un ejemplo de periodismo encubierto; con una
personalidad ficticia se infiltró durante más de un año en la temida banda de
motociclistas que asolaba California compartiendo borracheras a tope, drogas, peleas infernales, acoso y paranoia policial y de los lugareños.
Por
su parte, Jack London representa el periodismo gonzo: durante varias semanas vivió
en primera persona la experiencia de los mendigos del East End de Londres,
padeciendo hambre y miseria, para
conocer por experiencia propia cómo era
la vida en los suburbios de la ciudad londinense.
Creo
que, en efecto, si el reportero hubiera corrido el trámite de solicitar
formalmente el acceso a las instalaciones de Santa Lucía, la respuesta hubiera tardado y posiblemente se
programaría la visita una vez que, si era el caso, se limpiara el área y se
borrara cualquier evidencia de que se estaba trabajando contraviniendo los
amparos existentes en contra del inicio de obras. En este caso, era importante
el factor sorpresa.
El
mismo reportero expresó durante su narración, que hasta el momento de haber
sido detenido la noticia era que no se estaba realizando ninguna obra dentro de
las instalaciones del aeropuerto, lo que considero una actitud ética, y aun cuando
en su explicación no especificó si utilizó algún seudónimo, en su detención fue
evidente que estaba empleando su nombre verdadero.
Realizar
un periodismo de inmersión o encubierto le hubiera tomado más tiempo durante el
cual realizaría toda una planeación: determinar con qué personalidad entraría,
cuánto tiempo consideraría conveniente permanecer infiltrado para lograr su
objetivo, posiblemente tener que contratarse con alguno de los proveedores, si
fuera como albañil, aprender a “mover la cuchara”, determinar cómo haría y
guardaría cotidianamente las grabaciones que realizara y varias consideraciones
más.
Ser
reportero es una aventura cotidiana que en ocasiones requiere audacia, en la que inclusive se pone en juego, no
sólo el prestigio, sino la vida misma.
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