El Catálogo Nacional de Medios Impresos e Internet 2019
publicado por el Instituto Nacional Electoral tiene registrados, sólo en la
Ciudad de México: 26 periódicos, 72 revistas de temática y periodicidad
diversa, y 134 portales de diferentes medios de comunicación (incluidos las
versiones en línea de medios impresos).
Entre los principales diarios editados en la Ciudad de
México en promedio se publican de lunes a viernes: 51 columnas de negocios, 94
columnas políticas, 64 artículos de opinión, y el editorial que casi todos los
medios publican. A estos medios hay que agregar 108 estaciones de radio y TV (sólo
en la capital del país) y cualquier cantidad de otros medios impresos y
electrónicos en diferentes ciudades dentro de la República Mexicana.
En lo general los periódicos tiene diferentes secciones
como: información general, nacional, de finanzas o empresas, cultura, social,
deportes; asimismo las estaciones de radio y televisión cuentan diariamente con
al menos un noticiario en 3 momentos del día y con programas informativos sobre
diferentes temas.
¿Qué nos indica todo lo anterior?
Básicamente que en la actualidad hay mucha más información
de la que un individuo puede procesar para normar un criterio y/o tomar
decisiones. Vivimos en lo que se denomina “Sobrecarga de información”, “Infoxicación”
o “Infobesidad”.
El doctor Daniel Levitin, profesor de Psicología de la
Universidad McGill, en Montreal expresa: “El
hombre ha generado más información en los últimos 10 años que en toda la
historia pasada de la humanidad; he leído estimados de que hace 10 años sólo existían
30 exabites de información y en la actualidad la cifra es de 300 exabites”.
Ello implica mucha más información de la que el cerebro humano puede procesar.
Esto significa un reto para agencias de monitoreo lo mismo
que para las de relaciones públicas. Las primeras tienen poco tiempo para
encontrar toda la información que sus clientes requieren y las segundas
generalmente sufren para colocar las notas de sus clientes ante la competencia
informativa. Seguramente alguno de mis lectores se ha enfrentado al clásico “Se
le fue la nota a mi agencia” o al reclamo de algún cliente porque “me pasó la
nota un amigo que la vio en el noticiario”.
El tema no es nuevo, pero se va incrementando conforme se
crean nuevos medios de comunicación. Cada vez es más complicado encontrar si no
en todos los medios, al menos en los más relevantes, la información que
interesa.
El concepto de “Infobecidad” fue creado en 1964 por Bertram
Gross, profesor de
Ciencias Políticas en Hunter College, pero fue popularizado
por el futurólogo Alvin Toffler en 1970, en su libro “El Shock del Futuro”.
Gross definió la sobrecarga de información de la siguiente manera: “La sobrecarga de información ocurre cuando
la cantidad de información de entrada a un sistema excede su capacidad de
procesamiento. Los tomadores de decisiones tienen una capacidad de
procesamiento cognitivo bastante limitada; en consecuencia, cuando ocurre una
sobrecarga de información, es probable que ocurra una reducción en la calidad
de la decisión.”
Imagen: The Telegraph |
Para normar un criterio o tomar una decisión bien informada
una persona tendría que dedicar por lo menos toda una mañana para encontrar la
información necesaria, leer y escuchar los comentarios que al respecto hagan
los opinadores más relevantes en los principales noticiarios electrónicos,
periódicos y redes sociales, y escuchar las entrevistas que se hagan con
actores involucrados para asumir una posición personal y, si es el caso, tomar
una decisión.
Como ello resulta poco convencional se recurre a agencias de
monitoreo que hagan dicha tarea y presenten un resumen que facilite la toma de
decisión, pero aun así no hay la certeza de que la información contenida se
ajuste a los criterios del solicitante debido a los criterios personales de
quienes intervienen en la elaboración del resumen: Lo que para uno es importante
puede ser irrelevante para otro; lo que para “A” es positivo puede resultar
neutral o negativo para “B”, dependiendo de los marcos de referencia de cada
uno.
Algunas de las razones que contribuyen a esta infobecidad son,
además de la multiplicidad de medios de comunicación: La continua generación de
nuevos contenidos en todos los medios, la emisión de información inexacta o
contradictoria (como en el caso del actual gobierno), la competencia mediática
por obtener primicias y estar delante de los demás, la multiplicación de la
información a través de las redes sociales y/o la variedad de opiniones en
diferentes columnas o artículos sobre un mismo acontecimiento, entre otros
factores.
Esta infoxicación genera las más de las veces confusión,
induce a la especulación y contribuye a desacuerdos y conflictos. Cito de nuevo
al doctor Levitin: “El pensamiento consciente puede poner atención a 3 ó 4
cosas a la vez. Si nos vamos más allá de eso, nuestro juicio empieza a
empobrecer y perdemos el foco de las cosas”.
¿Qué hacer ante esta sobrecarga de información?
Me parece que una de las primeras acciones personales es
empezar por discriminar a algunas fuentes informativas, las que para cada quien
sean menos confiables. Tenemos derecho a no leer o escuchar a quien no nos
agrada en función a sus opiniones e inclusive a ignorar alguna información que consistentemente
se considere superficial, no documentada o tendenciosa.
Un segundo paso es definir los medios preferidos y
establecer un orden de lectura, por ejemplo: primero en el diario “A” el
editorial y luego las columnas de fulano, zutano, etc.; luego el diario “B” con
el mismo criterio.
Filtrar la información para enfocarse únicamente en la que
es relevante en lo personal para normar un criterio o tomar una decisión; no es
necesario leer todo el periódico o revista. Esta acción es más sencilla en las
redes sociales pero en el caso de los medios electrónicos si será necesario contar
con el apoyo de una agencia de monitoreo que apoye para destacar lo que
realmente nos interesa.
Tener presente estas ideas para hacer frente a la
infobesidad seguramente ayudará a no ser rebasados por la información y contar
sólo con aquella que resulte de utilidad para nuestros intereses y toma de
decisiones.
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