Cuando Empezó a organizarse una nueva caravana
por la paz a fines de enero, el actual presidente de México adelantó que no
recibiría a sus organizadores. Al mismo tiempo adelantó nuevas muestras de
insensibilidad hacia sus gobernados y las ratificó al día siguiente de
efectuada la caravana.
Entre los argumentos empleados para justificar su
decisión de no dialogar
resaltaron: “… tengo que cuidar la investidura presidencial”, puede haber “…una imprudencia,
una falta de respeto, y yo tengo que
cuidar lo que represento” y “los va a recibir el Gabinete de Seguridad para no hacer un show, un espectáculo.
No me gusta ese manejo propagandístico.”
En su “conferencia de prensa” del lunes 27 dio
nuevas muestras de insensibilidad: sobre la agresión a los organizadores al
llegar al zócalo dijo “…eso tiene que ver con las diferencias que existen. Desde luego no corresponde a nosotros,
no alentamos nosotros eso”; luego implícitamente los calificó: “hay
organizaciones afines al conservadurismo que en el tema de la violencia… los
que ahora gritan como pregoneros y
callaron como momias.”
La expectativa de las elecciones del año pasado y el triunfo del actual
presidente hacían pensar en que las cosas en materia de sensibilidad política
serían diferentes a las del sexenio anterior, en sentido positivo. La realidad es que a ese respecto, AMLO ha
demostrado tener razón al decir “No somos iguales”; la verdad es que, como él
mismo dice, eso sí calienta, porque no son iguales: son peores.
El presidente no considera el contexto social; para amplios sectores de
la población no hay claridad y consistencia entre los mensajes y la acción,
muchos mensajes no son creíbles ni convincentes y no hay reflexión ni
autocrítica sobre lo que no está funcionando o definitivamente está mal.
Es de suponer que un hombre que ha pasado toda su vida laboral en
actividades políticas cerca de comunidades indígenas y preocupado por el
bienestar de la gente habría desarrollado una mayor sensibilidad política. Es indudable que este
presidente ha desarrollado habilidad personal y sabe manejar el conflicto,
saber leer a la gente y reconoce las agendas. El problema es que no sabe (o no
acepta) reconocer las diferencias, difícilmente logra acciones de colaboración
por convencimiento y no parece detectar los problemas que puedan afectar
sus planes a largo plazo.
AMLO ha caído varias veces en muestras de insensibilidad hacia sus
gobernados, incluidos los más pobres a quienes siempre ofreció defender.
“Primero los pobres” era uno de sus eslóganes de campaña.
Lo sucedido con esta Marcha por la Paz no es nuevo. ¿Recuerdan por
ejemplo a la madre de familia que se hincó ante él para solicitar ayuda? ¿Su
postura ante la muerte de la gobernadora de Puebla? ¿La cancelación de los
comedores comunitarios, los refugios para mujeres víctimas de violencia y las
estancias infantiles? ¿Las tardías y casi forzadas expresiones de luto por las
masacres que se han suscitado en diferentes ciudades del país?
En sus argumentos para no dialogar hizo
hincapié en cuidar una falta de respeto a la investidura presidencial, cosa que
no le ha preocupado en otras circunstancias como en las frecuentes referencias
de Donald Trump de estar usando a México para proteger su frontera.
Foto: W Radio |
De hecho, él mismo ha descuidado la investidura
presidencial al no “respetar y hacer respetar la Constitución Política y las
Leyes que de ella emanan” como lo ha hecho a lo largo de su primer año de
gobierno bajo los pretextos de “no ser iguales”, “no confrontar”, “abrazos y no
balazos” o “no reprimir” para lo cual ha permitido serias violaciones al Código
Penal por parte de quienes bloquean las vías federales de comunicación,
permitir la aplicación parcial de investigaciones contra la corrupción como en
el caso del Director General de la CFE y acomodar, con el apoyo de su bancada
en el Congreso, leyes a modo para designar a funcionarios como el Director del
Fondo de Cultura Económica y –peor aún- a la Presidenta de la Comisión Nacional
de los Derechos Humanos.
Expresó en sus excusas que cuidaba que no se
hiciera un show del que él fuera
parte. Pero viéndole bien, sus presentaciones
mañaneras equivalen a una especie de show
de stand up en donde él es el
principal protagonista: se dirige directamente a una audiencia en vivo e interactúa
con el público estableciendo diferentes tipos de diálogos con mensajes a veces
intrascendentes, en ocasiones divertidos y, con frecuencia, interactuando con
algunos otros personajes que actúan como “patiños”.
Stand Up Presidencial |
Adicionalmente cuando afirma que no le gusta “ese
manejo propagandístico” quizá obedece a que el manejo propagandístico que sí le
gusta es el que él mismo hace a través de sus mensajes en sus encuentros
mañaneros y, especialmente durante sus giras de fin de semana en donde sigue
actuando como candidato y no como el presidente de todos los mexicanos.
Y al referirse a que hay diferencias que su
gobierno no alienta parece querer olvidar que sus mensajes en su show matutino hacen
eco a través de redes sociales y declaraciones de funcionarios de su gobierno y
sólo refuerzan la división del país. Por ejemplo, al referirse a la caravana
por la paz dijo “ahora gritan como
pregoneros y callaron como momias”, frase que seguramente dio pie a que el
Subsecretario de Gobernación Ricardo Peralta escribiera en un tuit: “A chillidos de marrano, oídos de
chicharronero. #Refrán de #FelizLunes”, en clara referencia a los integrantes
de la caravana por la paz.
Luis Ignacio Parada (1936-2018), quien fuera pionero del periodismo
económico en España, escribió en el diario ABC sobre la sensibilidad política:
“Hay dos maneras de formular objeciones a la política de cualquier Gobierno:
las discrepancias en la unanimidad y la unanimidad en las discrepancias.
Durante los cinco primeros años del Gobierno de José María Aznar ocurrió lo
primero: sólo algunas voces discordantes sonaban, casi por obligación, en medio
de la sensación general de éxito. Desde un año ocurre todo lo contrario: rara
es la voz que apoya incondicionalmente, y también por obligación, lo que está
haciendo, pues lo que es general es la casi total unanimidad en las
discrepancias.”
Eso es lo que la insensibilidad presidencial está produciendo en México.
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