La comunicación es
importante en nuestra vida y en ocasiones de una buena comunicación depende la
vida propia y la de muchos más como en el caso de la industria aérea.
En noviembre de 2014
escribí sobre el caso de un avión DC10 de Western Airlines que se estrelló
contra una construcción dentro del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de
México. Aparentemente se dio una confusión en la comunicación entre la torre de
control y el piloto del avión, derivado del uso de la palabra “right” que significa “derecha” o
“correcto” ya que el avión debería aterrizar en la pista derecha y no en la
izquierda y alguien entendió que el aterrizaje estaba correcto en la
aproximación que llevaba el avión hacia la pista 23 izquierda.
Foto: Telemundo.com |
Hace unos días un avión de Air Canada debió aterrizar de emergencia
en un aeropuerto de Madrid luego de experimentar problemas mecánicos tras su
despegue. Según uno de los sindicatos que agrupa a los pilotos españoles, el avión perdió algunas piezas de su tren
de aterrizaje, por lo que no se encontraba en condiciones de seguir volando;
el piloto comunicó a los pasajeros “como saben, tuvimos un pequeño problema con una de las ruedas del avión”; el diario
español El Mundo, que difundió el audio con los dichos del piloto, indicó que la nave perdió una de sus ruedas; y un
comunicado de la aerolínea hizo referencia a una falla en un motor. A fin de cuentas estalló una llanta y parte
de ella daño uno de los motores.
Algo similar ocurrió a principios
de los años ochenta: a un avión DC9 se le desprendió, al despegar del
aeropuerto de Zihuatanejo, Guerrero, la parte inferior del tren de aterrizaje del
lado derecho con todo y llanta, misma que al rebotar en la pista proyectó toda
la pieza hacia la turbina ubicada en el empenaje (cola) provocando baja de
presión en el aceite. Torre de control reportó al capitán que había perdido la llanta y que era conveniente
que regresara. El piloto supuso que tendría que aterrizar sólo con “el ring”
ignorando que nada más tenía la parte superior del tren. Al tocar tierra lo que
quedaba del tren de aterrizaje produjo un profundo surco a lo largo de la pista
y un tremendo susto a tripulantes y pasajeros.
Dominique Estival
(Foto Marcs Institute)
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No es raro que un accidente
aéreo se produzca por malentendidos de la comunicación entre pilotos,
sobrecargos y torres de control, a pesar de que hay fórmulas para verificar/garantizar
que la comunicación se cifra adecuadamente (por ejemplo niner en vez de nine para
evitar que se piense en una negación en alemán –neun, pronunciado nain-, o niner
para evitar confusión con five).
Dominique Estival, Doctora
en Lingüística de la Universidad de Pensilvania realizó una investigación que
reveló que de 1976 a 2017 se produjeron al menos diez accidentes de aviación
causados por errores de lenguaje, con un saldo de 2,100 muertes.
Quizá uno de los más
recordados fue el considerado el mayor accidente aéreo en la historia: el
choque entre un 747 de KLM y un Jumbo de Pan Am, en Tenerife en 1977. Al
parecer el malentendido de la comunicación se dio cuando el piloto del KLM
reportó a la torre que estaba “at take
off” (en despegue), es decir, en proceso para iniciar el vuelo; el problema
fue que el controlador aéreo interpretó que el piloto se estaba preparando para
el despegue y dio el OK. Cuando se dio cuenta del error, ya fue demasiado tarde
y sobrevino la colisión con saldo de 583 muertos.
Otro accidente ocurrió con
el Vuelo 52 de Avianca de Bogotá a Nueva York el 25 de enero de 1990.
Foto: NTSB |
Un accidente más se dio el 12 de noviembre de 1996 sobre la ciudad de
Charkhi Dadri, India, cuando el Vuelo 763 de Saudi Arabian Airlines, en ruta de
Nueva Delhi hacia Dhahran, Arabia Saudita, se impactó en el aire contra el
vuelo 1907 de Kazakhstan Airlines que volaba de Shymkent, Kazajistán hacia
Nueva Delhi. Todas las 349 personas a bordo de ambas aeronaves murieron.
La investigación del accidente determinó que la tripulación del vuelo
1907 falló al seguir las órdenes del controlador aéreo, ya que descendió de los
15 000 pies asignados a 14 000 pies, e incluso más. El informe dio como causa
de esta falla en el procedimiento operativo los conocimientos insuficientes en
inglés de la tripulación del Ilyushin, quienes pudieron no entender con
claridad las órdenes del controlador.
Una investigación de la Embry Riddle University, de Estados Unidos, conocida
como la universidad privada de aviación más grande del mundo revela que “la
confusión en las comunicaciones han y continuarán jugando un papel
importante en lo accidentes de aviación”.
Elizabeth Mathews
Foto: Research Gate
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Por su parte la profesora Elizabeth Matthews, consultora de la
Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), afirma que los errores
causados por el lenguaje en las comunicaciones aeronáuticas han sido “un factor
más frecuente e influyente de lo que se ha señalado habitualmente… además, los
problemas lingüísticos en la aviación no se investigan con el mismo grado de
rigor sistemático y experto con el que se consideran otros factores humanos y
operacionales”.
Es un hecho que, contrario a lo que alguna vez afirmó el Ing. José María
Rioboó –muy allegado al actual presidente de México-, los aviones no se repelen
en el aire y por tanto pilotos y controladores aéreos deben ser muy cuidadosos
en sus comunicaciones aire-tierra. El tema cobra especial importancia cuando,
si alguna vez se termina y opera el aeropuerto de Santa Lucía, aviones de
aerolíneas extranjeras tengan que aterrizar en él, especialmente para librar el
cerro que “de repente surgió” durante la planeación de dicha terminal.
No es lo mismo aterrizar aviones militares que comerciales, considerando
que los primeros tienen dimensiones y características muy diferentes a los
grandes aviones de línea.
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