Hablar del “siglo pasado” es, por lo general, referirse a cosas o situaciones que han sido rebasadas por la modernidad. En materia de medios de comunicación en México, ello significa hablar de diarios y revistas que han desaparecido o de otros que han tenido que evolucionar, de una radio en AM que mayormente transmitía música y de una televisión limitada a 4 canales.
Sin afán de construir una historia, basta recordar que aún cuando desde 1947 ya existía un noticiario radiofónico en Radio XEX, en la ciudad de México, la programación transitaba de lo folclórico y entretenido (música y programas de entretenimiento como “Dr. IQ”, “Cri Cri” o “La Hora del aficionado”) a lo melodramático (fundamentalmente radionovelas dramatizadas en vivo) y que fue a inicios de los cincuentas, cuando comenzaron algunos servicios informativos en la televisión mexicana tales como: “El Noticiero Celanese”, con Paco Malgesto, “Cuestión de Minutos”, con Enrique Figueroa,, y “el Noticiero Excélsior”, conducido por Ignacio Martínez Carpinteiro. A ellos siguieron: “El Noticiero General Motors” con Guillermo Vela, el recién fallecido Pedro Ferriz como locutor comercial y Jacobo Zabludovsky como redactor, y para 1957 el “Noticiero Novedades”, conducido por Eduardo Charpenel y realizado por el mismo Zabludovsky.
Si se considera que estos servicios noticiosos se producían en su mayoría a partir de información ya publicada en los principales diarios y la de algunos cables de agencias internacionales, sin prácticamente reporteros para cubrir los acontecimientos, la noticia del asesinato de John F. Kennedy en 1963 tuvo una difusión sorprendente, no sólo por el acontecimiento mismo, sino por la velocidad en la que se difundió aun cuando a mediados de los sesentas la radio en la ciudad de México mantenía una programación musical y no fue sino a partir del conflictivo 1968 que se empezaron a desarrollar en el país la radio y televisión informativas; se multiplicaron los noticiarios y se generó competencia por encontrar la noticia y ganar audiencia.
Aún en los Estados Unidos este acontecimiento marcó el inicio de una nueva era mediática. Los reporteros que acompañaban la comitiva presidencial eran parte de la avanzada y por lo que no fueron testigos presenciales; adicionalmente no había la posibilidad de una transmisión en video durante el recorrido. De hecho, aun no existía el video como hoy lo conocemos y todas las imágenes de los noticiarios se filmaban con cámaras de 16 milímetros que debían ser procesadas mediante inter-negativos para poder ser transmitidas al aire.
La escena que todos conocemos del momento de los dos impactos sobre la persona de Kennedy fue filmada por un empresario que estaba probando su flamante y moderna cámara de super8, la Bell&Howell 414PD, sin audio; dura 26 segundos y es la película de aficionado que más veces se ha estudiado y analizado para intentar descubrir lo que pasó realmente. Hace 50 años los miles de asistentes que hacían valla no tenían todavía medios para grabar la llegada de su presidente a la ciudad.
La agencia noticiosa United Press International (UPI) fue la primera en tener la historia. Su comunicado fue simple y lo envió a las redacciones de todo el mundo: "Kennedy, herido de gravedad. Quizá mortalmente por la bala de un asesino".
A partir de ese momento, la radio –seguramente de todo el mundo- interrumpió su programación habitual para informar del suceso, en tanto, las televisoras dieron la noticia sin las imágenes del momento. Ike Altgens un fotógrafo de la agencia Associated Press, que estaba a nueve metros de distancia vivió el instante y en las primeras 24 horas después del magnicidio, sus tres fotografías fueron las únicas en circular. Una de ellas, en las que se aprecia a Kennedy llevándose la mano al cuello por efecto del primer disparo, ha sido continuamente analizada.
Si el hoy hubiera sido ayer
Hace 50 años no había celulares, cámaras digitales, internet ni redes sociales. Si ese evento hubiera ocurrido en el presente, seguramente se tendrían evidencias y testimonios desde diferentes ángulos y a través de computadora se recrearía toda la visita de Kennedy a Dallas, hasta el instante en que recibe los impactos de bala.
En México seguramente el Twitter estaría repleto de comentarios e imágenes al respecto; indudablemente sería un Trending Topic. Los radiodifusoras estarían en transmisión continua y presionando a sus corresponsales para obtener entrevistas exclusivas con funcionarios, médicos, el procurador de justicia, el gobernador del Estado, el alcalde de Dallas, testigos presenciales; estarían invitando a analistas políticos y expertos en relaciones exteriores para comentar sobre el tema, por citar algunas posibles actividades.
Los medios impresos estarían muy activos en sus portales electrónicos abundando en información que diera contexto a la situación en Dallas: la posición de Kennedy respecto a Cuba y Bahía de Cochinos, la historia trágica de la familia, la historia de Jacqueline y cómo conoció a John, cronología de la carrera política de JFK, fotos de cuando era niño y de su etapa de estudiante, el cumpleaños con Marylin Monroe, su visita a México el año anterior con un trayecto lleno de burócratas “invitados” a hacer valla y una lluvia de papeles (al más puro estilo priista de antaño), entre otros materiales de posible interés público.
Las televisoras estaría caminando sobre la delgada línea que separa la información del espectáculo, y los canales más importantes y los dedicados a noticias estarían transmitiendo ininterrumpidamente desde Dallas recreando la escena; sus corresponsales a las puertas del hospital cazando declaraciones de funcionarios, buscando tomas cerradas sobre la limosina presidencial y el rastro de sangre, o intentando entrar al edificio desde el que se disparó. Sus reporteros en Nueva York estarían informando desde la Bolsa de Valores en tanto los de Washington estarían pendientes en el Congreso, el Pentágono y en las instalaciones de la propia Casa Blanca buscando declaraciones y aguardando a la toma de protesta del Presidente sustituto.
En tanto, en los estudios en México estarían integrando eternas mesas de debate con líderes de opinión, analistas y periodistas para intercambiar ideas sobre las causas del homicidio y los probables autores intelectuales y materiales, con continuos cortes para presentar avances noticiosos con los corresponsales.
Por otra parte, todas las imágenes, fijas y en video, estarían circulando de forma instantánea y los reporteros no se estarían dando abasto con el trabajo y gracias a la tecnología se podrían tener detalles e información actualizada en tiempo real.
En resumen: si la tecnología de hace 50 años hubiera sido la que hoy tenemos, los públicos en todo el mundo hubieran tenido información al instante a través de las redes sociales y de las páginas web de los diferentes medios a través de los teléfonos inteligentes y buscarían complementar el panorama a través de la radio y la televisión. No obstante no sería seguro que se tuviera identificado a los autores intelectuales y materiales del magnicidio, ni las causas que lo motivaron. Cosas de la política.
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