El poeta español Ramón de Campoamor (18717-1901) expresó: «En este
mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del
cristal con que se mira», con lo que quiso significar que todo es
subjetivo, arbitrario y relativo. El periodismo ofrece cristales de varios
colores a través de los cuales nos informamos.
Con lo anterior me refiero a la manera en que se identifica un estilo de
redacción o el tipo de contenido de una información, cuyo color puede ir desde
lo transparente hasta lo rojo, pasando por algunas otras tonalidades de las que
seguramente las más conocidas son las amarillas y las rojas. Veamos:
La nota de
color
Curiosamente este tipo de notas informativas son las que menos color
tienen. Es la descripción de un acontecimiento señalando el modo en que se desarrolla, el contexto en
el que se da y los actores circunstanciales que intervienen en el evento; más
que informar, narra y por tanto sus recursos de redacción resultan más literarios
que periodísticos.
El desaparecido periodista Mitchell Charnley, en su libro “Periodismo Informativo”, la describe de la
siguiente manera: «El color en la
noticia, para expresarlo de otro modo, no es su vitalidad sino su vida, sus
matices, sus resonancias, su regusto, su aspecto. Es el estado de ánimo de la
concurrencia que asistió al discurso inaugural; la escena de las regatas; la
batahola en el salón de la convención política. Es el trasfondo humano y
emotivo que asigna a los hechos principales un relieve que ayuda a la comprensión.
El color no es decoloración. El color es el hecho. Color es realidad; color es
reflejar con total autenticidad lo que el disertante dijo.”
El objeto de este
tipo de nota es meter al público en el sitio y el ambiente en el que comienza y
evoluciona el acontecimiento; hacerle sentir como si hubiera sido testigo
presencial y transmitirle lo que se hablaba, gritaba o vociferaba, la
aglomeración, el miedo, el silencio o el pesar. Redactar la nota de color es,
pues, todo un reto.
La nota amarilla
Hace casi un año, con motivo de la entrega de los premio Pulitzer,
comenté en este blog que una de las herencias de Jospeh Pulitzer fue el
amarillismo; la información que él publicaba navegaba entre notas escandalosas
y sensacionalistas e información infundada con el afán de ganarle a la
competencia. El color se debe a un personaje de caricatura llamado “El Niño
Amarillo” con la que inició una
guerra en contra de William Randolph Hearst, nutrida de historias escandalosas
pero carentes de veracidad. Lo que hizo popular el amarillismo, y en cierta medida es un criterio que prevalece en algunos medios, impresos y electrónicos, era el desprecio a la objetividad con tal de dar la noticia y atraer la atención con encabezados sensacionalistas en primera plana, a veces más llamativos por su tamaño que por su contenido.
En la actualidad seguimos viendo la denominada “prensa amarilla” que,
independientemente de sus motivos, difunde notas escandalosas, muchas de ellas
infundadas, para llamar la atención del público, y alimentar el morbo.
No obstante, por su impacto, la prensa amarilla ha puesto de relieve
situaciones que afectan a grandes grupos sociales, lo mismo que ha exhibido a
funcionarios públicos y empresarios que han abusado de su poder político y
económico, respectivamente, a favor de intereses personales por encima de los
de las mayorías. Para el profesor
peruano Sandro Macassi, Jefe de proyecto del Instituto de
Opinión Pública de Lima, la prensa amarilla es “un proceso dinámico en el que están involucrados
otra oferta de prensa, otros medios audiovisuales y un sistema político”.
La nota roja
Contrario al amarillismo, que busca el sensacionalismo, la nota roja
tiene que ver, fundamentalmente, con hechos sangrientos: homicidios, actos violentos, violaciones, promiscuidad,
tortura, criminalidad, robo, hechos escalofriantes, etcétera. En este
tipo de información se dice que “Si no hay sangre, no hay nota”.La nota roja les da cinco minutos de fama a personas hasta entonces desconocidas aunque con ello, la mayoría de las veces ensalzan la maldad y la depravación. Se dice que en algunos países este tipo de información se publicaba en secciones de color rojo separadas de los diarios para prevenir que el contenido podría ser ofensivo.
Aún cuando este tipo de información cuenta con un público muy específico, es de reconocer que su cobertura requiere de carácter y que constituye una “escuela” para quienes empiezan a trabajar en medios informativos ya que requiere de estar atentos, aprender “mañas” para obtener la información, ser observador, estar dispuesto a no dormir, tener algo de psicólogo y habilidad para redactar de forma rápida y concisa el acontecimiento. De hecho fue una de las primeras fuentes que me tocó cubrir al inicio de mi carrera.
Enrique Morán, reportero de nota roja comenta en un video en el portal Yahoo que: “La nota roja es una especialidad como lo es la de deportes o la de política y no es fácil ya que requiere de carácter, especialmente para lidiar con los policías aunque en la calle no tenemos que pedir permiso para acceder al lugar del evento; pero también requiere de sensibilidad para tratar con las familias de las víctimas. Es un trabajo de 24 horas, y tenemos que valernos de mañanas para ganar la nota, como es el uso de los rastreadores de la frecuencia policíaca, ya que también hay rivalidad para ganar la nota”.
A fines del año pasado, algunos alumnos de la Universidad Iberoamericana, realizaron un video para su clase de Periodismo de Investigación, en el que captan algunas experiencias de reporteros de este tipo de notas.
No hay mucho más
que decir de este color. Lo importante es que en la gama cromática del
periodismo siempre habrá un lugar lo mismo para las grandes empresas y sus
dirigentes, que para los funcionarios públicos y sus familias, por lo que el continuo
monitoreo de la información es esencial para prevenir cualquier posible crisis
de comunicación.
Pensé en el color del periodismo antes de leer el artículo..... Para mí el periodismo está totalmente relacionado con mi abuelo a quien solo conozco por lo que me platican mi tía y mi papá y a Mario Maraboto autor de este blog, Para mí hay tres colores del periodismo: blanco y negro que son los colores del periódico que leía mi papá en casa de mi abuela a la hora de la comida y rojo que es el color del coche que nos llevaba y traía a la escuela cuando éramos niñas y mi papá se dedicaba al periodismo...
ResponderEliminarEn efecto, en ese entonces el periódico era en blanco y un negro que ensuciaba las manos con sólo hojearlo, aunque mi padre siempre decía "¿Para qué lees los periódicos? siempre dicen muchas mentiras", aunque quizá lo que realmente quería significar es que en ese entonces los periódicos no podían decir todo lo que querían a riesgo de que los presionara el gobierno para desaparecerlos. gracias por el comentario y un GRAN BESO
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