lunes, 7 de abril de 2014

LA ROBOTIZACIÓN DE LAS RELACIONES PÚBLICAS


A mediados de marzo el diario Los Ángeles Times publicó la noticia de un temblor en California. Más que por el temblor, la información llamó la atención porque se difundió en el portal del diario a tres minutos de ocurrido el sismo y fue redactada por un robot.

El periodista y programador Ken Schwencke fue el encargado de la creación del algoritmo al que denominó “Quakebot” que automáticamente genera un artículo breve cuando se registra un sismo. En entrevista para la revista electrónica Slate, Schwencke expresó que las máquinas no reemplazarán a los hombres en este rubro. "Ahorran mucho tiempo en cierto tipos de historia y suelen hacerlo tan bien como cualquiera. Permiten que los datos disponibles sean ordenados y difundidos rápidamente", expresó.

El hecho de que los algoritmos asuman un papel activo en la redacción y publicación de notas periodísticas  ha generado opiniones respecto al rol de los robots en el futuro de la comunicación.  Una de ellas es de Noam Lemelshtrich Latar, Director de la Sammy Ofer School of Communications en Israel, y autor entre otros del estudio “El futuro del Periodismo: Inteligencia Artificial e Identidades Digitales”:  Lo que hoy se está desarrollando es que los nuevos programas de inteligencia artificial (AI – Artificial Intelligence) obtienen la información y escriben la nota en fracciones de segundo. En la actualidad hay historia escritas en Forbes y en otras revistas que no han sido tocadas por periodistas humanos. Los programas AI escriben la nota y se firma con el nombre del robot”.

El algortimo de Schwencke hace lo que otros algoritmos que empleamos cotidianamente: son instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que no genera dudas en quien deba ejecutarlas y que, seguidas de manera sucesiva, permiten encontrar la solución de un problema o realizar una actividad con un resultado esperado.

Los conocemos como manuales de operación de un equipo o de un aparato electrónico, y en las redes sociales los empleamos inconscientemente al asociar nuestro perfil con el de otras personas para crear lazos o grupos afines. Los algoritmos permiten ordenar la información en el orden que más la interese a cada usuario (antigüedad, tema, autor, fecha, etcétera); cruzan datos para determinar, por ejemplo, número de seguidores, temas más leídos o comentados, intereses particulares de cada participante de la red, número de visitas a determinado portal electrónico, etcétera.

Y… ¿SI ROBOTIZAMOS LAS RELACIONES PÚBLICAS?
Desde hace algunos años las computadoras han tenido un importante papel en el desarrollo del periodismo al permitir encontrar, sistematizar, almacenar información y redactar las notas informativas; en el ejercicio de las relaciones públicas han facilitado la generación de propuestas, el diseño de estrategias, redacción de documentos, así como para establecer comunicación y generar archivos.

Pero quizás las agencias de relaciones públicas están subutilizando  la tecnología. Aunque es posible que algunas ya estén optimizando cierto tipo de aplicaciones tecnológicas, me parece que aún no se ha entrado de lleno en el terreno del diseño de algortimos que permitan diseñar mejores estrategias y programas de comunicación  y relaciones públicas.

Así como el robot reportero es un algoritmo que obedece a una serie de instrucciones para generar una nota periodística al momento de ocurrir un temblor, podrían diseñarse algoritmos que permitan cruzar cierta información útil e importante para generar mejores estrategias de comunicación enfocadas a cada audiencia.

Imaginemos una estrategia para dar a conocer y posicionar entre audiencias específicas un novedoso servicio o producto financiero. Por lo regular se tiende a generalizar a los públicos a los que se dirige la estrategia: sector privado, organismos reguladores, medios de comunicación, público de “X” nivel socioeconómico, líderes de opinión, empleados y sus familias, etcétera.

Cada segmento del público es diferente, piensa y actúa diferente y sus necesidades específicas de servicios financieros varían entre sí. Dice la teoría de comunicación que cada audiencia requiere de un determinado canal de comunicación y de circunstancias específicas para que el mensaje  llegue, sea decodificado de la manera esperada y genere una retroalimentación acorde a la estrategia. El empleo de algoritmos diseñados con el apoyo de expertos podría generar interesantes cruces de información entre las características del producto o servicio, el perfil de las audiencias que se pretende impactar,  el o los mejores momentos para enviar el mensaje y a través de qué canales en cada caso.

De la misma forma en que las redes sociales cruzan datos para determinar número de seguidores,  temas que hacen tendencia, intereses y gustos de cada participante en la red, número de seguidores, sitios en línea más visitados, etcétera, un robot publirrelacionista podría determinar e interrelacionar datos como:
  • Distribución geográfica de las audiencias de cada nivel socioeconómico.
  • Principales servicios financieros empleados para cada segmento de audiencia.
  • Niveles de presencia de cada audiencia en redes sociales.
  • Preferencias de medios de comunicación (qué o a quién leen; qué programas televisivos o radiofónicos son más gustados, hábitos de lectura, etcétera).
  • Empresas que brindan servicios similares o que podrían competir (qué tipo de servicio, desde cuándo, con qué resultados, etc.).
  • En el caso de medios de comunicación, un historial de lo que han escrito sobre este tipo de productos o servicios y con qué tendencia.
  • Instituciones financieras que han tenido problemas con las autoridades regulatorias y de qué tipo.

Estos y otros datos que sean necesarios de acuerdo con las necesidades de información para el diseño de la estrategia, podrían ser analizados en pocos minutos por el robot publirrelacionista para generar una estrategia de comunicación más ajustada a la realidad y contexto de cada grupo de audiencia a la que se quiera impactar.

El resultado serían, seguramente, mensajes más ajustados a la realidad de cada público, hechos llegar a través de sus canales de comunicación preferidos, con mayores  posibilidades de ser interpretados acorde a lo esperado y con mejores posibilidades de evaluación por parte de la agencia de relaciones públicas respectiva.

El empleo de robots puede ofrecer ventajas como el no olvidar hechos y datos, realizar investigación documental más rápidamente, procesar toda la información en cuestión de minutos y redactar en pocos segundos y, si están bien programados, pueden generar documentos totalmente objetivos, acorde a las realidades y contextos del bien o servicio, de las audiencias y de las necesidades y objetivos de la institución que los saca a la luz.

Desde luego, es difícil que desaparezcan los buenos publirrelacionistas, pero la tecnología los puede obligar a ser más creativos y a realizar análisis más profundos y serios antes de redactar una propuesta. Después de todo, los clientes seguirán buscando a las agencias que les den valor agregado a sus servicios.

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