Hace algún tiempo
un conocido me dijo que su sueño era estar “en la casa de bolsa”. Contrario a
lo que supuse, él no se refería a estar en el mundo financiero, sino a
permanecer en su casa sin trabajar. Otro amigo me decía que quería mantener su
oficina en la entonces todavía glamorosa Zona Rosa de la ciudad de México para
poder recibir (y presumir) a sus clientes; la realidad es que ningún cliente lo
llegó a visitar.
Estas anécdotas
vienen a colación porque, por un lado, cada vez son más los ejecutivos en
distintos países que hacen su trabajo fuera de la oficina, ya sea desde su
propio hogar o en sitios públicos en donde pueden disponer de conexión de
internet, y por el otro lado, la atención al cliente siempre ha implicado el
estar presente en sus oficinas y no al revés.
La idea de trabajar fuera
de una oficina, o realizar “trabajo virtual”, que significaba trabajar en casa
(literalmente), en principio no fue del todo bien recibida especialmente porque
se encontró resistencia a ello por parte de los empleados. No obstante sí había
interés por tener trayectos más cortos y disponer de más tiempo para pasar con
la familia o los amigos.
Un estudio
realizado a principios del año pasado por la empresa ShoreTel reveló que uno de
cada cuatro empleados en Estados Unidos trabaja desde su hogar al menos una
parte de su jornada, principalmente porque evitan traslados, generalmente
largos. Una investigación similar realizada en 2013 por Microsoft señala que México
es el tercer país con el mayor número de personas que trabajan desde el hogar,
sólo por debajo de Argentina y Brasil. En su estudio, efectuado en la Ciudad de
México, pone de manifiesto que una persona gasta aproximadamente 60 horas al
mes únicamente en trasladarse de su casa al trabajo.
No sé si esta
tendencia en México tuvo su origen cuando se declaró la emergencia por el brote
de influenza por el virus AH1N1 que durante varios días paralizó la actividad
económica, especialmente de la ciudad de México, cuando miles de mexicanos
tuvimos que trabajar desde nuestros hogares. En lo particular, la experiencia
me dejó ver que el trabajo en casa puede resultar más productivo, entre otras
cosas porque;
- Se aprovechan los tiempos, generalmente empleados en traslados, en realizar trabajo productivo.
- Se tienen menos distractores que en la oficina (conversaciones con colegas, paso continuo de gente, pláticas de terceros en voz alta, etcétera) mejorando la concentración y, por tanto la calidad del trabajo.
- Menor estrés (principalmente el producido por el tráfico de la ciudad y la lucha contra el reloj para llegar a tiempo), además de mayor comodidad.
LAS RELACIONES PÚBLICAS VIRTUALES
Cierto que hay
funciones y profesiones para las que es inevitable la permanente asistencia del
trabajador, pero en las relaciones públicas los ejecutivos pueden trabajar
desde cualquier sitio, sobre todo con las facilidades tecnológicas de que hoy disponemos
que nos permiten conectarnos con el mundo en cuestión de segundos. Ello implica
algo muy valioso para los clientes: pronta respuesta, es decir, agilidad en el
trabajo.
La investigación “VWork:
Measuring the benefits of agility at work” (Trabajo virtual: medición
de los beneficios de la agilidad en el trabajo) que se realizó en 2011 entre
600 líderes de negocios de organizaciones globales, estableció de qué manera las
empresas son cada vez más ágiles. Explica la fórmula del “dividendo de la
agilidad” para medir el éxito de la rapidez en términos de: costos reducidos,
incremento del bienestar de los empleados y aumento de la productividad.
Asimismo describe las etapas por las que las organizaciones probablemente
tendrán que pasar en el camino que las llevará a convertirse en realmente
virtuales.
Sin mencionarlo
expresamente, el informe presenta
una idea muy afín al trabajo en relaciones públicas: desafía la idea del lugar de trabajo fijo tradicional para introducir la de “el trabajo Martini”, es decir, aquél que se ejecuta en cualquier momento y con las condiciones más del agrado del ejecutivo. Un publirrelacionista que sabe que puede confiar en tener a su alcance, en cualquier lugar y momento, las herramientas necesarias para trabajar, puede destacar por la prontitud de sus servicios para con los clientes.
una idea muy afín al trabajo en relaciones públicas: desafía la idea del lugar de trabajo fijo tradicional para introducir la de “el trabajo Martini”, es decir, aquél que se ejecuta en cualquier momento y con las condiciones más del agrado del ejecutivo. Un publirrelacionista que sabe que puede confiar en tener a su alcance, en cualquier lugar y momento, las herramientas necesarias para trabajar, puede destacar por la prontitud de sus servicios para con los clientes.
Las relaciones públicas
virtuales permiten realizar y enviar propuestas, comunicados de prensa,
documentos en general, imágenes, audios y videos, así como realizar llamadas o
entrevistas telefónicas, entre junta y junta, sin llegar tarde a ninguna de
ellas. Eso es productividad a favor de la imagen profesional del ejecutivo y de
la de su propia agencia.
Lo anterior no implica el
abandono total a las instalaciones de la empresa, sino un uso más racional de
las mismas, sobre todo para la realización de juntas en los horarios más
convenientes para todos los involucrados.
Visto desde otro ángulo,
las relaciones públicas virtuales también pueden ser una contribución a la
sustentabilidad al reducir los niveles de contaminación en urbes como la ciudad
de México, en donde los continuos embotellamientos, las obras viales, los cortes
a la circulación y el avance lento, cuando no la plena inmovilidad, incrementan
sustancialmente los niveles de contaminación.
Las empresas en la
actualidad están realizando cambios en respuesta a la necesidad de reducir
costos, a las preocupaciones relacionadas con la sostenibilidad asociadas a los
desplazamientos y al uso de la energía en los edificios grandes, y al
aprovechamiento de los desarrollos en la tecnología de la información que son
cada vez más rápidos.
El trabajo virtual es una opción para mejor rendimiento y mayor productividad, que
debería ser contemplada cada vez más por las empresas y, particularmente por
las agencias de relaciones públicas.
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