Finalmente, esta semana dejaremos de escuchar y ver,
especialmente quienes no tenían la posibilidad de cambiar de estación o de
canal, los spots de los partidos políticos en su afán por salpicarse de lodo
unos a otros con tal de llegar a una posición desde la cual se supone que darán
servicio a los mexicanos.
En tres meses de bombardeo, nunca se escuchó una
propuesta, un compromiso alcanzable y medible o una acción que pusiera de
manifiesto la honestidad de sus intenciones para llegar a una curul, una gubernatura,
o a una presidencia municipal o
delegación política. Fuera de esos segmentos repetitivos avalados por el Instituto Nacional Electoral, que nunca fueron noticia, los medios de comunicación se ocuparon más bien del análisis situacional, del contexto en que se dieron las campañas y, eventualmente, en detonar, exhibir y/o dar seguimiento, ese sí informativo, a las irregularidades, reales o creadas, de algunos de los candidatos.
delegación política. Fuera de esos segmentos repetitivos avalados por el Instituto Nacional Electoral, que nunca fueron noticia, los medios de comunicación se ocuparon más bien del análisis situacional, del contexto en que se dieron las campañas y, eventualmente, en detonar, exhibir y/o dar seguimiento, ese sí informativo, a las irregularidades, reales o creadas, de algunos de los candidatos.
En tanto los políticos –o aspirantes a ello- buscaban
por todas las formas ganar el voto de los ciudadanos para llegar “al poder”,
los medios de comunicación hacían su trabajo de observar, investigar, preguntar
y verificar la veracidad de sus fuentes para detectar, analizar y en su caso
denunciar o comentar públicamente posibles abusos, injusticias, fraudes,
errores, torpezas u omisiones que pusieran de relieve la calidad de dichos
aspirantes, sea experimentados o noveles.
Así nos enteramos de los aviones rentados por una
candidata, del enriquecimiento ilícito de algunos gobernadores, de candidatos
ligados a carteles de
narcotraficantes, de supuestos sobornos a candidatos para
declinar a favor de otros, etcétera. Posiblemente en los días que faltan para las
elecciones o poco después de éstas, algún medio nos revele algún otro
descubrimiento que ponga en evidencia a algún candidato, seguramente ganador.
Mi madre solía expresar
“Palo con Juan… y Juan pegado”, cuando, a pesar de que alguien era molestado
por otro, el primero seguía buscando al segundo. Una expresión que puede
aplicar a la relación que existe entre los políticos y los medios de
comunicación.
Excepto que exista una
ceguera ideológica o un compromiso, las relaciones entre medios y políticos no
son fáciles. Generalmente existe cierto temor en los hombres públicos de que
algún medio –o cualquier rival a través de algún medio- pongan de relieve
debilidades, actos de corrupción, riquezas “inexplicables”, complicidades
obscuras o actos amorales, que pongan en cuestionamiento sus aspiraciones
políticas. No obstante, también buscan a los medios y están abiertos a
entrevistas con afán de darse a conocer y buscar que su nombre genere alguna
recordación por parte de los electores para alcanzar la posición deseada.
DR. GABRIEL COLOMÉ |
¿Cómo entender esta relación?
El doctor Andreu
Casero-Ripollés, Profesor titular del Departamento de Ciencias de la
Comunicación y director del Grado en Periodismo de la Universidad Jaume I de
Castellón, realizó un estudio denominado “Modelos de relación entre
periodistas y políticos: La perspectiva de la negociación constante”, en el
que menciona algunos patrones de la relación entre periodistas y políticos:
El primero es el modelo “adversarial”,
en el que el periodismo se concibe como un cuarto poder o un verdadero
“gobierno en la sombra” cuya función es supervisar sistemáticamente la actuación
del sistema político e informar de la misma a los ciudadanos, para que éstos puedan
obrar en consecuencia. Es un modelo en el que los periodistas sólo deben lealtad
a su público. Como resultado, la relación entre ambos ámbitos se articula a
partir de la rivalidad y la desconfianza mutua que derivan en frecuentes
enfrentamientos y en la puesta en práctica de campañas de hostigamiento
El segundo es el modelo
colateral, caracterizado por el predominio del paralelismo político: los
periodistas son como portavoces de puntos de vista similares a los sostenidos
por partidos e instituciones políticas, convirtiéndose en paladines de ideas y
posiciones defendidas por los políticos. Pese a que conservan su independencia,
actúan respondiendo a pautas trazadas por la clase política. Se trata de un
periodismo “complaciente”. No obstante, un exceso de control político puede redundar
en fenómenos de pérdida o deterioro de la credibilidad de los periodistas.
El tercer modelo es el de
la competencia, en el que ambos ámbitos pugnan por controlar la definición de
los problemas políticos que afectan a la ciudadanía y de las percepciones
públicas a ellos asociadas. En este contexto, las organizaciones mediáticas
buscan un poder de influencia alternativo al detentado por los partidos e instituciones
políticas. En esta lucha los periodistas “hacen política” con los mismos
objetivos de los políticos: el liderazgo de la opinión pública, el consenso, la
credibilidad y la legitimación.
La cuarta variante de la
relación entre periodistas y políticos corresponde al modelo del intercambio.
Su punto de partida estriba en la mutua dependencia existente entre ambos
sistemas que provoca que medios y políticos prefieran el acuerdo al conflicto. Bajo
una visión pragmática se instaura una colaboración táctica a largo plazo,
orientada a la obtención de beneficios para ambas partes. Así, por ejemplo, un
medio televisivo ofrece un tratamiento informativo favorable al
Gobierno y,
paralelamente, arremete contra sus rivales políticos como pago por la obtención
de nuevas concesiones administrativas o licencias de emisión para abrir nuevas
estaciones de radio o establecer nuevos canales de televisión.
No obstante, el enfoque
del intercambio no excluye los enfrentamientos y rivalidades, lo que implica que,
a pesar de su interdependencia, ambos sistemas preservan su autonomía relativa y
no se hallan en una posición de subordinación a priori.
Me parece que a lo largo
de los meses anteriores, el modelo de relación medios-políticos que ha
prevalecido en México ha sido el primero, sin soslayar que en algunos casos se
haya dado alguno de los otros o una combinación entre el primero y los demás.
Independientemente de
ello, y sin afán de generalizar, lo importante es que a través de esta relación
hemos podido conocer y reflexionar sobre algunos de los candidatos o candidatas
a puestos de elección y, por lo menos saber de qué pie cojean. En cada votante
estará el decidir si quiere seguir como “Juan pegado”.
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