lunes, 29 de junio de 2015

LOS PRESIDENTES, LAS ENFERMEDADES Y LOS MEDIOS



A raíz de la reciente operación a que fue sometido el Presidente de México el pasado fin de semana, volvieron a surgir algunas especulaciones en los medios sobre su real estado de salud, así como comentarios sobre si el mismo debe considerase un asunto de estado o si debe quedar en el ámbito de lo privado.

Los presidentes tienen el poder político. Ni ese ni el poder económico evitan que un ser humano sometido a las presiones de un encargo tan relevante como el de presidente de una nación pueda sufrir algún tipo de enfermedad súbita o acentuar alguna situación crónica. Cuando hay vacíos de información al respecto, surgen las especulaciones mediáticas.

El pasado marzo el Presidente Ruso, Vladimir Putin, estuvo “desaparecido” durante una semana, lo cual provocó comentarios acerca de su salud. Las dudas terminaron cuando hacia el final de la semana, el presidente reapareció en la televisión en una reunión con el presidente del Tribunal Supremo, además de que la Presidencia rusa anunció varias actividades en los siguientes días. En Cuba se desconoció qué
Fidel Castro convalesciente
enfermedad padecía Fidel Castro, hasta el día en que delegó su cargo a su hermano Raúl. El 31 de julio de 2006, por televisión, luego de semanas de ausencia, y tras la designación de Raúl, se leyó un mensaje de Fidel en el que se dijo que sería operado de un problema intestinal por "múltiples causas".

En México algunos presidentes han sido herméticos respecto a su salud, seguramente para no mostrar debilidad: Adolfo Ruiz Cortines, fue operado del apéndice recién iniciado su mandato, pero inclusive se negó a recibir anestesia general para estar consciente y mantener “los hilos del poder”. De Adolfo López Mateos se dice que hacia la mitad de su mandato empezó a sufrir de fuertes dolores de cabeza y los medios especulaban, sin publicar, que el presidente estaba enfermo por algo en su cerebro. La Presidencia nunca informó nada al respecto; López Mateos falleció a causa de un aneurisma cerebral, cinco años después de terminar su mandato.

Gustavo Díaz Ordaz, sufrió desprendimiento de retina del ojo derecho hacia el final de su mandato. Fue inevitable darse cuenta de ello ya que apareció en
El Prexidente Díaz Ordaz
fotos con un parche posoperatorio. No obstante, la Presidencia mantuvo en secreto la historia del padecimiento por lo que surgieron especulaciones sobre la verdadera situación del Presidente.

Por el contrario, ha habido presidentes que han informado abiertamente sobre su situación de salud: Un día de 1997 Ernesto Zedillo llegó en silla de ruedas a una de las salas de la residencia de Los Pinos para narrar a los medios todos los detalles sobre la cirugía que le practicaron en la rodilla, ocasionada por un golpe que se dio jugando tenis. En 2003, Vicente Fox abrió las puertas de su cuarto de hospital a periodistas para informarles sobre la intervención quirúrgica que le practicaron para corregir una hernia discal. En 2008 Felipe Calderón, sufrió un accidente en bicicleta en los jardines de Los Pinos de lo cual se informó al día siguiente para explicar que tuvo fractura del hombro izquierdo, y una contusión en la rodilla izquierda.

TAMBIÉN EN OTROS PAÍSES

Personalidades de la política en otros países han ocultado sus enfermedades para dar tranquilidad a sus gobernados, llegando a sobrepasar algunos límites.

Franklin D. Roosevelt, intentó convencer a la gente de que se recuperaba de poliomielitis. Sujetó sus piernas y caderas por medio de abrazaderas de
Franklin D. Roosevelt
hierro y así aprendió a caminar distancias cortas con ayuda de un bastón. Sólo en la intimidad usaba silla de ruedas y en pocas ocasiones apareció públicamente en muletas. Creía que aparentando un buen estado de salud, podía permanecer en la política.

Virgilio Barco, quien fue presidente de Colombia entre 1986 y 1990, gobernó el país mientras padecía Alzheimer y la prensa nunca rumoró al respecto. Con el tiempo, esta enfermedad lo alejó de la vida política y pública porque había perdido sus facultades físicas y mentales. Murió en Bogotá, pero se informó que la causa de la muerte había sido un cáncer en el abdomen.

Mucho después de la muerte de John F. Kennedy se dio a conocer su historia clínica a través de varios periódicos estadounidenses. Entre 1955 y 1960 tuvo
una cantidad insólita de hospitalizaciones y tenía al menos siete altas en su expediente médico de la Casa Blanca entre 1961 y 1963. Se sabe que tenía
Presidente Kennedy apoyado en muletas
problemas en la espalda a consecuencia de heridas de guerra, que a veces lo
obligaban a caminar en muletas, pero nunca en público. Además era miope y siempre llevaba unos lentes en el bolsillo, que tampoco se atrevía a lucir ante la gente.

El rey Hussein de Jordania padeció de cáncer linfático. La noticia fue revelada en 1998 por el monarca en una carta a su hermano, el príncipe Hassan, y difundida al siguiente día por la prensa en Amman.  Por la importancia de Jordania para la estabilidad del Medio Oriente, y la privacidad de la Casa Real, los partes médicos de la enfermedad de Hussein se dieron a conocer hasta que el cáncer lo venció el 7 de febrero 1999.

Fernando Lugo no ocultó durante su periodo como Presidente de Paraguay (2008-2012) que padecía un cáncer linfático no-Hodgkin. Así lo informó la Presidencia en 2010. Los médicos dijeron que la enfermedad se había detectado tras una operación para extirparle un ganglio inguinal. Posteriormente el mandatario descartó su renuncia y sí aclaró que se sometería a quimioterapia en Brasil.

El expresidente galo François Mitterrand (1981-1995) sobrevivió a cáncer de próstata durante 18 años (murió en enero de 1996). A pesar de saberlo desde noviembre de 1981, como dijo su médico tras su muerte en 1996, el socialista anunció su candidatura para la reelección en 1988 la cual ganó a Jacques Chirac.

Presidente Peña Nieto al salir del hospital
Si se considera que un “asunto de Estado” implica un evento concreto que, por trascendente para un país, debe ser conocido por la ciudadanía dado que aborda aspectos que pueden afectarla, el estado de salud del presidente entra en esta categoría. Disimularla u ocultar una enfermedad delicada o progresiva para no inquietar a la sociedad, sólo abre el camino, como ha sucedido, a la especulación.

Si la decisión es mantener el estado de salud en el ámbito de lo privado, seguramente se transmite tranquilidad en la sociedad hasta en tanto la enfermedad no empiece a mostrar sus efectos en la condición física, momento en el que se tendrá que hacer pública la situación de salud del Presidente.

Los ciudadanos elegimos como Presidente a quien la mayoría considera que puede servir bien al país, lo cual implica que esté en buen estado de salud. En dos años se iniciarán las campañas políticas para renovar el Poder Ejecutivo. ¿Qué tal si, además de pedirle a los candidatos el compromiso de “Tres de tres por la transparencia”, también les exigimos sus historias clínicas?


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