En días
recientes el actual presidente de México “regañó” a los medios de comunicación.
Al referirse específicamente a la revista Proceso en relación a la publicación
sobre la intervención del Presidente de Grupo Salinas en el caso Fertinal, expresó, parafraseando al exgobernador de Veracruz,
Javier Duarte: “no se portó bien con nosotros”.
Cuando el reportero de la revista le respondió que “No es
papel de los medios portarse bien, presidente, con alguien", el mandatario
dijo: “No, pero estamos buscando la transformación y todos los buenos
periodistas de la historia siempre han apostado a las transformaciones".
No es la primera vez que el presidente califica
negativamente a representantes de medios de comunicación cuando expresan
comentarios críticos sobre su gestión. Es evidente que para él, quien no está
en favor de sus proyectos, ideas o comentarios, automáticamente pasa a la lista
de los conservadores, neoliberales y corruptos. Parece que hubiera consigna de
alabar al presidente y prohibición de criticarlo.
Estos comentarios no favorables al presidente no se dan sólo
dentro de México. Por ejemplo, durante el mes de julio de este año, en parte
como consecuencia de las renuncias de funcionarios de primer nivel, diarios de
diferentes países expresaron comentarios por los que, de acuerdo con AMLO, son
medios que no se portan bien.
Estos son algunos de ellos:
En el New York Times, Rafael
Lemus escritor y profesor asistente en California State University,
expresó: “…el gobierno de AMLO se ha rodeado de los
empresarios consentidos del
viejo régimen, se ha valido de las empresas de estos para avanzar los nuevos
programas sociales y ha asignado más del 70 por ciento de los contratos
federales sin licitación alguna. (…) Atrincherado entre sus fronteras, AMLO no
parece tener, de hecho, más estrategia internacional que la de mantener a toda
costa el acuerdo comercial con Estados Unidos, incluso si eso supone permitirle
a Donald Trump dictar nuestra política migratoria. Igualmente preocupante es,
ha sido, la actitud de su gobierno ante el medioambiente, al impulsar proyectos
de desarrollo ambientalmente dudosos y apostar por una refinería que pone en
riesgo 119 especies.”
Foto: New York Times |
Por su parte Diego
Fonseca, escritor argentino que vive entre Phoenix y Barcelona y pasó una
larga temporada en nuestro país expresó en el mismo periódico: “la 4T no tiene
un plan para cambiar y mejorar al país; es territorio de la improvisación. El
desprecio por la racionalidad y el afecto por prácticas
poco transparentes y
cuestionables desmerece la promesa de cambio e iguala a AMLO con el pasado que
dice querer enterrar. Desprecia toda realidad que lo contradiga y morirá con su
“yo tengo otros datos”. Así, aunque México desacelera, AMLO insiste en que
crecerá dos por ciento y el país ya se transformó porque él así lo ha
decretado.”
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En
el Washington Post, Mary Beth Sheridan, al reportar
sobre los recortes presupuestales impuestos por el presidente, afirma: “lo que
comenzó como un ataque popular a los privilegios oficiales ha generado cada vez
más caos… Su cruzada presupuestaria ha revelado una tendencia a centralizar el
poder, preocupando a algunos en este país que vivió décadas de gobierno autoritario.”
Agrega que, de acuerdo con analistas, el gobierno mexicano, que nunca ha
destacado por su eficiencia, tiene el riesgo de volverse disfuncional y que los
drásticos recortes han llevado a que en algunas oficinas públicas las medidas
de reducción de consumo de energía incluyan la prohibición a los empleados para
cargar sus teléfonos celulares.
Un reportaje encabezado “La
descontrolada austeridad de México marca la gestión de López Obrador” publicado
en El País, expresa que “Burócratas, científicos, académicos, policías y
soldados, médicos, jueces, maestros, periodistas y artistas han alzado la voz
para explicar cómo los recortes están
dañando sus trabajos (…)Nadie ha podido
explicar de momento las consecuencias de una política tan contractiva en el
gasto. No existen datos detallados de cuántos despidos pueden vincularse a las
medidas de austeridad impuestas por López Obrador. (…) El discurso del fin de
los privilegios ha sido uno de los argumentos centrales utilizados por el
Gobierno de Morena. Como la ciencia, la cultura también ha sido dañada por la
falta de tacto en el reparto presupuestario.”
Foto Reuters en El País |
En el diario Le
Monde, de Francia, un reporte de Frédéric Saliba encabezado “Au Mexique, le
départ fracassant d’un ministre fragilise le président « AMLO »” (En México, la
devastadora partida de un ministro debilita al presidente "AMLO".)
refiere la renuncia del Secretario de Hacienda y comenta: “Esto refuerza las
preocupaciones sobre la gestión del primer presidente de izquierda en la
historia reciente de México.” Recuerda que esta es la cuarta renuncia de un
miembro importante del Gobierno, después de las del Director del Instituto Mexicano
del Seguro Social, la Secretaria de Medio Ambiente y del Director del Instituto
Nacional de Migración.
Finalmente el diario británico
The Guardian comentó a principios de julio que “López Obrador ha mostrado
durante mucho tiempo una aplastante falta de interés en los asuntos exteriores”
y que una evidencia más de ello es que “En
lugar de discutir con otros líderes
del G20 en Japón, el presidente (…) estaba en la Ciudad de México, preparándose
para dirigirse a miles de seguidores en la plaza central de la ciudad el lunes.”
Agrega que Al igual que Trump, AMLO a menudo refuta a los medios de comunicación
por comentarios hostiles, y los reporteros críticos a menudo se convierten en
el blanco de las redes sociales de los partidarios del presidente. Comenta también
que “ha impulsado una serie de megaproyectos, incluidos ferrocarriles y una
refinería masiva, comenzando la construcción antes de terminar los estudios y
consultas de impacto ambiental con los pueblos indígenas.”
Hacia fines de 2016, el entonces presidente expresó
en la inauguración del Foro Impulsando a México: “No creo que ningún presidente
se haya levantado pensando, y perdón que lo diga, cómo joder a México”.
Seguramente no lo pensó, pero el resultado de su gestión es evidente y
contribuyó en gran medida a la elección del actual presidente quien, probablemente,
piense lo mismo.
A pesar de los comentarios que se hacen a su
gestión inclusive a nivel internacional, en tanto no esté dispuesto a escuchar
las críticas de los medios de comunicación y actuar racionalmente, es probable
que no haya que esperar al inicio de un nuevo sexenio para evidenciar los
resultados de su desempeño.
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