En
anteriores comentarios reflexioné sobre la falta de sensibilidad del entonces
presidente Peña Nieto ante las diversas situaciones incómodas por las que
atravesó (Ayotzinapa, la casa Blanca, el tren rápido a Querétaro, la casa de Videgaray,
el lanzamiento de la marca “Ven a comer”, entre varias más).
En
octubre de 2018, cerca del fin del sexenio, insistí en la carencia de
sensibilidad del presidente. Entonces escribí: “En muchas ocasiones se olvidó el contexto social dentro del que se
hacían declaraciones o se lanzaban campañas;
no había claridad en muchos
mensajes y no se consideraban las posibles preguntas de los medios ni las
repercusiones de ciertas declaraciones; muchos mensajes no eran creíbles ni
convincentes; no se alcanzaba a transmitir optimismo ante las crisis
que se enfrentaron y parece que hubo poca reflexión sobre lo que se estaba
haciendo mal. Mucho tiene que reflexionar el próximo presidente sobre su estilo
de comunicación (que debe ser diferente al del líder de un partido), y la
congruencia entre sus mensajes y los de sus colaboradores y su actuar en el
ejercicio de sus funciones.”
El
Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la sensibilidad como la “Facultad
de sentir, propia de los seres animados; la cualidad de sensible (ante los
problemas)”. A esta cualidad se asocian la humanidad y la empatía.
La sensibilidad es
el sentimiento que nos lleva a identificarnos con los problemas de nuestros
iguales, lo que es diferente a la sensiblería, la cual de acuerdo con el mismo diccionario
es un “sentimentalismo exagerado, superficial o fingido”, lo que llega a
ocurrir con frecuencia en el terreno político.
La sensibilidad en
el político tiene que ver con la adecuada expresión o la acción ante los
ciudadanos frente a eventos que afectan negativamente a una comunidad, una
sociedad o una nación. Ello implica tener el adecuado marco de referencia de la
situación, empatizar con la gente en un sentir generalizado (indignación,
coraje, alegría, expectativas, etc.) y considerar el sentimiento por encima de
la preocupación política; es, como se expresa comúnmente, ser políticamente correcto.
Jane Dudman |
Jane Dudman, editora
de Liderazgo Público en el diario británico The
Guardian, expresa que los políticos “deben comportarse políticamente, en el
más amplio sentido, mostrando sensibilidad hacia diferentes puntos de vista e
incluso ante agendas ocultas.” Comenta que una encuesta realizada en 2007
reveló que en Inglaterra no existen los suficientes funcionarios públicos que
sepan operar adecuadamente en el ámbito
político y agrega: “Los líderes políticos, por su naturaleza, deben entender y
negociar en el muchas veces tenso límite entre la política y la administración”.
Por
su parte, Jean Hartley, profesora de Liderazgo Público de la Facultad de
Negocios y Leyes de la Open University
Business School, ha identificado los 5
principales atributos requeridos
para lograr buenos niveles de sensibilidad política:
Jean Hartley |
1.
Habilidad personal,
especialmente para entender los motivos, intereses e influencia de otros.
2.
Habilidades interpersonales para
lograr que la gente se sienta valorada y para manejar el conflicto.
3.
Saber leer a la gente y las
situaciones, capacidad de reconocer las agendas abiertas y ocultas.
4.
Construir alianzas reconociendo
diferencias pero buscando acciones de colaboración.
5.
Escaneo estratégico: la
capacidad de emprender un plan a largo plazo y detectar problemas que puedan afectarlo.
La
expectativa de las elecciones del año pasado y el triunfo del actual presidente
hacían pensar en que las cosas en materia de sensibilidad política serían
diferentes a las del sexenio anterior, en sentido positivo.
Después
de 9 meses de haber asumido la Presidencia de la República, la realidad es que
a ese respecto, las cosas siguen igual y sin duda podría decirse que el actual
presidente es igual al anterior: No considera el contexto social; para amplios
sectores de la población no hay claridad y consistencia entre los mensajes y la
acción, muchos mensajes no son creíbles ni convincentes y no hay reflexión ni
autocrítica sobre lo que no está funcionando o definitivamente está mal.
Es
de suponer que un hombre que ha pasado toda su vida laboral en actividades
políticas cerca de comunidades indígenas y preocupado por el bienestar de la
gente pueda desarrollar con más facilidad la sensibilidad política. Es
indudable que este presidente ha desarrollado habilidad personal y sabe manejar
el conflicto, saber leer a la gente y reconoce las agendas. El problema es que
no sabe (o no acepta) reconocer las diferencias, difícilmente logra acciones de
colaboración por convencimiento y no
parece detectar los problemas que puedan afectar sus planes a largo
plazo.
AMLO
ha caído varias veces en muestras de insensibilidad hacia sus gobernados,
incluidos los más pobres a quienes siempre ofreció defender. “Primero los
pobres” era uno de sus eslóganes de campaña. ¿Recuerdan por ejemplo a la madre
de familia que se hincó ante él para solicitar ayuda? ¿Su postura ante la
muerte de la gobernadora de Puebla? ¿La cancelación de los comedores
comunitarios, los refugios para mujeres víctimas de violencia y las estancias
infantiles? ¿Las tardías y casi forzadas expresiones de luto por las masacres
en Veracruz, Michoacán y Tamaulipas?
Luis
Ignacio Parada (1936-2018), quien fuera pionero del periodismo económico en
España, escribió en el diario ABC sobre la sensibilidad política: “Hay dos maneras de formular objeciones a la
política de cualquier Gobierno: las
discrepancias en la unanimidad y la unanimidad en las discrepancias.
Durante los cinco primeros años del Gobierno de José María Aznar ocurrió lo
primero: sólo algunas voces discordantes sonaban, casi por obligación, en medio
de la sensación general de éxito. Desde un año ocurre todo lo contrario: rara
es la voz que apoya incondicionalmente, y también por obligación, lo que está
haciendo, pues lo que es general es la casi total unanimidad en las
discrepancias.”
Me
parece que la falta de sensibilidad política de este presidente nos está
llevando a la casi total unanimidad en las discrepancias.
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