martes, 19 de noviembre de 2019

RESILIENCIA DESPUÉS DE LA CRISIS




En marzo de 2016 escribí sobre la Resiliencia en las relaciones públicas. En ese entonces di como ejemplo el caso de Tylenol cuya empresa productora (Johnson & Johnson) logró una rápida y sorprendente recuperación de su reputación y expresé que un principio básico en la gestión de una crisis es empezar a rescatar la credibilidad y reputación desde que ésta se inicia.

Lograr superar la crisis de comunicación implica estar preparados de manera preventiva. La pregunta es: ¿qué tan preparados están los ejecutivos de una empresa para cuando toca enfrentar una crisis?

Contar con un manual no es suficiente especialmente si no está actualizado y no es conocido por quienes tendrían que participar en la gestión de la crisis. Realizar simulacros ayuda en tanto se hagan sistemáticamente en función de la rotación de personal que se tenga. Diseñar posibles escenarios también contribuye a la preparación pero tienen que ser revisados periódicamente conforme se generen cambios internos o externos que puedan afectar la operación de la empresa. Efectuar talleres de capacitación en comunicación también contribuye en tanto exista el compromiso de la alta dirección en apoyarlos y participar proactivamente.

James J. Donnelly, quien hace 25 años creó el equipo de gestión de crisis en la agencia Ketchum y actualmente es el Director de Gestión de Crisis en la agencia M Booth ejemplifica con una pirámide los cinco niveles de la resiliencia de una marca o empresa:

En la base se encuentran los planes y herramientas. Cerca del 90% de las marcas tiene disponible un conjunto de planes y herramientas que ayudan a garantizar respuesta rápida y coherente a cualquier crisis. No obstante los planes pueden quedar obsoletos y por tanto requieren al menos una revisión anual.

En el siguiente nivel se encuentran las capacidades probadas. La capacidad no se basa en el plan sino en el equipo de personas. Ello implica capacitar para garantizar que los ejecutivos que intervienen en la gestión de la crisis sepan aplicar adecuadamente los instrumentos disponibles y tomar decisiones. Según Donnelly aproximadamente el 60% de las empresas alcanzan este nivel de resiliencia.


En el tercer nivel se ubica la mentalidad positiva. En él, el liderazgo senior es el responsable de buscar y alcanzar la empatía con los demás miembros del equipo de gestión de crisis para contagiarlos de una mentalidad positiva; infundir la confianza de que se tiene el control de la situación y que se puede superar la adversidad. Sin este paso, dice Donnelly, “los planes y herramientas de crisis corren el riesgo de ser arrojados por la ventana una vez que una crisis es lo suficientemente grande.”

El penúltimo nivel se refiere a la gestión continua del problema. Sobre ello explica Donnelly: “Los problemas a largo plazo crean daños a la reputación y, a veces, se convierten en puntos críticos de crisis. Por lo tanto, la disciplina activa de la gestión de problemas debe ser un ingrediente clave en la combinación para una resiliencia de marca efectiva.” Comenta que desafortunadamente sólo alrededor del 20% de las marcas se dedican a la gestión activa de problemas.

En la punta de la pirámide se ubica el equipo de prevención cuya importancia radica en detectar amenazas que pueden surgir de las redes sociales que obligan a la empresa a tomar medidas mitigantes. Según él, menos del cinco por ciento de las marcas alcanzan el pico de la pirámide.

Un factor que ayuda mucho para entender por qué sí o no se solucionó adecuadamente la crisis y estar preparado para  gestionar de mejor manera una próxima situación crítica es la valoración de la gestión.

Ello implica reunir a los miembros del comité de crisis y a otros ejecutivos ajenos a este para revisar todo el material y las acciones tomadas durante la gestión de la crisis, incluyendo:
  • Las minutas de las reuniones. Qué acuerdos se tomaron y cómo se cumplieron.
  •  Las piezas de comunicación. Valorar si fueron comprensibles y adecuadas a la situación.
  •  Los reportes de llamadas. Determinar qué se preguntaba, de qué sector y si se dejaron algunas sin respuesta.
  • Todos los reportes de monitoreo en orden cronológico
  •  La bitácora del evento. Revisar puntualmente las acciones realizadas minuto a minuto


Ello permitirá valorar la efectividad de los esfuerzos de la organización, el efecto de la crisis a mediano y largo plazo, el empleo de los recursos asignados para respuesta y entrenamiento. Asimismo facilitará determinar la causa de la situación, el efecto, la respuesta, el tiempo transcurrido hasta la final restauración de la operación y elementos de acción, entre otras variables.

La revisión de todo el material es para evaluar, revisar y mejorar. Permitirá elaborar un listado de errores y aciertos y redactar un informe resumido para la Presidencia y la Dirección General de la empresa.

Reunir a participantes en la gestión de la crisis y a nuevos ejecutivos que vivieron el evento fuera de la gestión, permite revisar el incidente y hacer preguntas como:
  • ¿Qué hubiéramos hecho diferente?
  •  ¿Cómo aseguramos que este tipo de eventos no nos vuelva a suceder?
  •  ¿Qué tan útil fueron los simulacros y los entrenamientos?
  •  ¿Qué hubiera pasado si no hubiéramos tenido simulacros?

 Es probable que mucho de lo realizado sea criticado por quienes no participaron en la operación de la crisis. Pero no hay que perder el foco de los temas realmente importantes que permitirán la mejora. Lo importante es evaluar continuamente los puntos vulnerables y retroalimentar continuamente a la alta dirección sobre las posibles amenazas. Al final se hace una evaluación sobre los puntos de mejora para fortalecer los planes de crisis y ponerlos a prueba a la primera oportunidad en un nuevo simulacro.

Las acciones post-crisis ayudan a las organizaciones a que en el futuro puedan mejorar el plan de gestión de la crisis considerando alcanzar la resiliencia.

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