martes, 19 de marzo de 2013

LA IGLESIA CATOLICA Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

 

La noticia fue la designación del primer pontífice Latinoamericano. De ella se derivaron otras que fueron de la especulación a las incógnitas y a los hechos, todo ello con base en la propia experiencia de vida del padre Borgioglio.

Si no me equivoco, a partir de Juan Pablo II los Papasa tener un epezaron a tener una mayor presencia mediática. Entre sus múltiples viajes, declaraciones, documentos pontificios, entrevistas personales y casos de escándalo dentro de la Iglesia, el entonces Papa tuvo mucho contacto con los medios de comunicación. Su sucesor y heredero de muchas situaciones, Benedicto XVI, quizá en menor medida, también tuvo presencia y relación con los medios de comunicación.
Ahora es el papa Francisco, Jorge Mario Borgioglio, quien está expuesto a los medios. Por lo que he podido95133_Foto_14_de_marrzo_2013_25 ver y leer, me parece que también será un pontífice mediático. Independientemente de que ya está en los medios por su pontificado y su trayectoria dentro de la Iglesia, en abril de 2006, el entonces Cardenal y Arzobispo Primado de Buenos Aires sostuvo un encuentro con la Junta de Directores de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), que es la asociación que agrupa a las empresas propietarias de medios impresos de aquél país. En ese encuentro estableció algunos criterios sobre la función de los medios de comunicación. De esa participación, reproducida el domingo 17 en el diario Reforma, extraigo algunos de sus conceptos:
Sobre la verdad:
“La calidad de la comunicación a la que tanta atención tenemos que prestar está directamente relacionada con un tema insoslayable para todo comunicador: el tema de la verdad. Se trata de una cuestión que merece consideraciones desde diversos puntos de vista: la filosofía, la teología, la filosofía de las ciencias, las ciencias humanas y muchas otras se ocupan de ella.
“Según los enfoques nos aventuraremos por reflexiones más o menos complejas, pero esa complejidad del tema no nos dispensa de la actitud que se espera siempre de un comunicador: la búsqueda de la verdad. El amor por la verdad.
“Los periodistas se presentan siempre ante la sociedad como <buscadores de la verdad>. Quien ama y busca la verdad no permite que se la convierta en mercancía y no deja que se la tergiverse o se la oculte. Además, quien realmente se interesa por la verdad está siempre atento a las reacciones de quienes reciben la información, procura el diálogo, el punto de vista diferente. El que busca la verdad es humilde; sabe que es difícil hallarla y sabe también que es más difícil encontrarla cuando uno la busca en soledad. La verdad se encuentra con otros. La verdad se anuncia con otros. Así como falsificar la verdad nos aísla, nos separa, nos enfrenta; buscarla nos une, nos acerca, nos aproxima; y encontrarla nos llena de alegría y nos hermana.”

Sobre el Bien:
“Por ser una actividad humana, la comunicación tiene otra dimensión: la persona que realmente quiere entrar en comunicación con otra puede hacerlo impulsado por distintas motivaciones. Aquí entramos en el universo de las actitudes. Las hay integradoras, constructivas... y también las hay de signo contrario. “Cuando lo que se busca es la verdad entonces también necesariamente se buscará el bien. La verdad y el bien se potencian entre sí. Cuando realmente se busca la verdad se lo hace para el bien. No se busca la verdad para dividir, enfrentar, agredir, descalificar, desintegrar. Sin duda la publicación de algunas verdades puede generar reacciones y conflictos no menores, pero el buen comunicador no actúa para generar ese conflicto o esa reacción, sino para ser fiel a su vocación y a su conciencia. “Impulsado por la verdad y el bien encontrará con idoneidad profesional las palabras y los gestos que permitan decir lo que hay que decir de la manera más cuidadosa y eficaz. El comunicador de la verdad parcial, que opta por la parte a costilla del todo, no construye. No es necesario apartarse de la verdad para destacar lo bueno que hay en las personas. Hasta en las situaciones más conflictivas y dolorosas hay un bien para rescatar. La verdad es bondadosa y nos impulsa hacia el bien. El periodista que busca la verdad busca también lo que es bueno. Es tal la unión que existe entre verdad y bien que podemos afirmar que una verdad no bondadosa es, en el fondo, una bondad no verdadera.”

 Los medios ¿nos acercan o nos alejan?
“Resulta casi un lugar común decir que los medios de comunicación han achicado el mundo, nos han acercado unos a otros. De ahí que sea tan fascinante y poderosa la acción y la influencia de los medios en la sociedad y en la cultura.
590501 “Ustedes lo saben muy bien. Esta proximidad puede ayudar a crecer o a desorientar. Los medios pueden recrear las cosas, informándonos sobre la realidad para ayudarnos en el discernimiento de nuestras opciones y decisiones, o pueden crear por el contrario simulaciones virtuales, ilusiones, fantasías y ficciones que también nos mueven a opciones de vida.
“Me gusta categorizar este poder que tienen los Medios con el concepto de projimidad. Su fuerza radica en la capacidad de acercarse y de influir en la vida de las personas con un mismo lenguaje globalizado y simultáneo. La categoría de projimidad entraña una tensión bipolar: acercarse-alejarse y -a su vez en su interioridad- también está tensionada por el modo: acercarse bien y acercarse mal. Hay que considerarla en todas sus posibilidades combinadas.
”La palabra "prójimo" evoca en el cristiano el recuerdo de la parábola del buen samaritano que todos conocemos. Hoy los medios nos hacen "prójimos" de verdaderas multitudes que están al costado del camino como el hombre de la parábola, apaleados y robados, ante los cuales pasan los periodistas. Los muestran, les dan mensajes, los hacen hablar. Entra en juego aquí la projimidad, el modo de aproximarse. El modo de hacerlo determinará el respeto por la dignidad humana y la capacidad constructiva o destructiva de los medios.

“Si aplicamos aquí lo que decíamos sobre el bien, la verdad y la belleza podemos fácilmente descubrir que así como a nivel ético aproximarse bien es aproximarse para ayudar y no para lastimar, a nivel de la verdad aproximarse bien implica transmitir información veraz, y a nivel estético aproximarse bien es comunicar la integridad de una realidad, de manera armónica y con claridad. Aproximarse mal, en cambio, es aproximarse con una estética desintegradora, o con el sofisma, o desde una inteligencia sin talento o con un eticismo sin bondad, lo cual escamotea aspectos del problema, o los manipula creando esa desarmonía que oscurece la realidad, la afea y la denigra.
“Cuando las imágenes y las informaciones tienen como único objetivomedios-de-manipulacion inducir al consumo o manipular a la gente para aprovecharse de ella, estamos destruyendo la projimidad,  alejándonos unos de otros. Esta sensación se tiene muchas veces ante el bombardeo de imágenes seductoras y de noticias desesperanzadoras que nos dejan conmocionados e impotentes para hacer algo positivo. Nos ponen en el lugar de espectadores, no de prójimos. El dolor y la injusticia presentados con una estética desintegradora instala en la sociedad la desesperanza de poder descubrir la verdad y de poder hacer el bien en común.

Cuando la noticia sólo nos hace exclamar "¡qué barbaridad!" e inmediatamente dar vuelta la página o cambiar de canal, entonces hemos destruido la projimidad, hemos ensanchado aún más el espacio que nos separa.

“Ustedes son comunicadores. A Ustedes se les plantea este desafío de la projimidad: hacerse prójimo para que -a través de esa comunicación de cercanía- se implante la verdad, la bondad, la belleza, que trascienden la coyuntura y la espectacularidad y que, mansamente, siembran humanidad en los corazones.”

lunes, 11 de marzo de 2013

LA INFORMACIÓN, LOS MEDIOS Y LAS EMPRESAS

La competencia entre los medios por informar antes que los demás, y la gran cantidad de información que a diario tienen que procesar, los lleva muchas veces a cometer equívocos.

No son raras las ocasiones en que algún medio, por ganar la primicia, ha “matado” a alguien o publicado inexactitudes.  A ello, en gran medida, puede contribuir el gran volumen de información que a diario emiten empresas, organizaciones civiles, cámaras, asociaciones profesionales y entidades gubernamentales, entre otras personas morales y físicas, que, por su cantidad yo complejidad, fácilmente puede ser tergiversada, confundida o mal interpretada. Para los medios resulta difícil procesarla en su verdadero contexto. 

Lo mismo si se trata de un informe financiero que de un descubrimiento científico o de la crónica de un accidente o de una tragedia, el ir en contra del tiempo eventualmente lleva a los medios a cometer errores. Esto es más evidente cuando sucede una tragedia y las empresas o instituciones directamente relacionadas con la misma no abren de inmediato la información. En ese caso, los medios buscan la información en fuentes alternas (hospitales, socorristas, cuerpos de rescate, bomberos, protección civil, etc.),y difunden datos preliminares muchas veces no confirmados, con tal de ganar la primicia.

Me parece que una industria en la que las empresas que se ven involucradas en una tragedia abren la información al público de forma inmediata, es la de la aviación comercial. Cuando ocurre un accidente aéreo, las aerolíneas sólo dan de inicio la única cifra de la que están ciertos: cantidad de pasajeros y de tripulantes a bordo; no aventuran un número de decesos ni dan nombres de los pasajeros hasta que  dicha información esté plenamente confirmada. ¿Qué pasaría si la empresa diera por muerta a una persona que en realidad está desaparecida porque sobrevivió y en cuanto pudo se alejó del sitio del accidente?

wa2605mxij8 Aún en los accidentes de aviación comercial más aparatosos puede haber sobrevivientes. En la madrugada del 31 de  de octubre de 1970 un avión DC10 con 63 pasajeros y 9 tripulantes (su capacidad era para poco más de 300 pasajeros) se estrelló dentro del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (ver foto). Catorce pasajeros y dos sobrecargos sobrevivieron; ocupaban los asientos de la sección del fuselaje que no se desintegró. (Sobre este accidente escribiré posteriormente).


am chihuahua El 27 de julio de 1981, un avión DC9-15 con 66 ocupantes se estrelló dentro del Aeropuerto de Chihuahua, sobreviviendo 32 pasajeros y cuatro tripulantes. Murieron todos los que se encontraban sentados de las alas hacia atrás, por efecto del incendio derivado de la caída. En esos aviones sus dos turbinas estaban en la cola del avión y se alimentaban a través de los ductos procedentes de los tanques de combustible ubicados en las alas. (En la foto, un servidor frente a los restos de la aeronave.)

Sin embargo hay eventos que sobrepasan la posibilidad de una cobertura precisa y en los que, inclusive aún con el paso del tiempo queda la incertidumbre, Ejemplos de ello, en el tema de desastres, hay muchos. Cito sólo estos: terremoto

En 1985, cuando el terremoto de la ciudad de México, el gobierno reportó el fallecimiento de entre 6 y 7 mil personas e incluso llegó a suponer que la suma final fue de 10 mil. Años después, con la apertura de información de varias fuentes, el registro aproximado se calculó en 35 mil muertos aunque hay fuentes que aseguran que la cifra rebasó los 40 mil. En el momento, algunos medios publicaron cifras y otros prefirieron sólo generalizar.

En el terremoto de enero de 2010 en Haití, Inicialmente se manejaba una cifra cercana a 100.000 personas fallecidas; con el paso de los días, la suma se incrementó a un estimado de 150.000 muertos sólo en Puerto Príncipe, capital del país, y fuentes humanitarias de las Naciones Unidas (ONU) calcularon que fueron entre 200 mil y 250 mil fallecidos.

   
españa 1103 En el atentado a los trenes en Madrid del 11 de marzo de 2004 (hace justo 9 años) los medios reportaron un número inicial de 202 fallecidos, pero el número se fue reduciendo al encontrar a personas desaparecidas. El diario El País reportó 192 muertos, El Mund manejó una cifra de "más de 130" y la cifra oficial fue de  191.

En Londres los accidentes de trenes son frecuentes. En uno de ellos, según un diario popular ,el total de víctimas subió minuto a minuto hasta llegar a “al menos cien muertos, y podrían ser muchos más, incluso no menos de 170”. El “Times” calculó que los muertos eran 70, pero para el sensacionalista “The Sun” se trataba de “la peor catástrofe en tiempo de paz”. Una semana después del accidente, el balance de víctimas quedó en 35, cosa que pocos diarios publicaron en letras tan grandes como las que habían usado unos días antes.

Ante esta realidad interpretativa, las empresas capacitan a sus voceros, especialmente a los que intervienen en casos críticos, para ser muy puntuales y precisos especialmente con las cifras. En los entrenamientos que reciben se les recomienda inclusive llevar los datos más relevantes anotados y, de considerarlo necesario, llevar copias para entregar a los medios de comunicación.

Es cierto que en medio de una catástrofe o de un accidente, es imposibles saber con certeza el número de muertos y heridos, pero el público demanda información, especialmente el número de muertos y heridos, las causas que originaron el evento y, en su caso, el responsable del mismo.

En suma, considero que son dos los factores que contribuyen a la distorsión de la realidad:
  1. La necesidad de los medios por obtener información rápida.
  2. El tiempo de respuesta a los medios para darles información precisa y puntual. david protess
En cuanto a lo primero, David Protess, de la North-Western University, en Chicago, quien lleva  dos décadas sumergiendo a sus alumnos en el periodismo de investigación, afirma que el periodista no debe dar nada por sentado y tiene que verificar los hechos que se dan por supuestos. “No hay que fiarse de los funcionarios, empleados de gobierno, artículos o resúmenes de prensa. Acércate cuanto puedas a las fuentes originales, sé sistemático y corrobora tus datos.”

Por lo que toca al segundo es importante que, ante una situación de crisis se empiece a dar información a los medios, en la medida en que la que surja esté plenamente comprobada y resista todo tipo de análisis y confrontación. Por principio, dar la cara e informar que se está recabando la información y que se mantendrá abierta la comunicación de manera puntual.