miércoles, 29 de enero de 2020

LA INSENSIBILIDAD PRESIDENCIAL




Cuando Empezó a organizarse una nueva caravana por la paz a fines de enero, el actual presidente de México adelantó que no recibiría a sus organizadores. Al mismo tiempo adelantó nuevas muestras de insensibilidad hacia sus gobernados y las ratificó al día siguiente de efectuada la caravana.

Entre los argumentos empleados para justificar su decisión de no dialogar
resaltaron: “… tengo que cuidar la investidura presidencial”, puede haber “…una imprudencia, una falta de respeto, y yo tengo que cuidar lo que represento” y “los va a recibir el Gabinete de Seguridad para no hacer un show, un espectáculo. No me gusta ese manejo propagandístico.”

En su “conferencia de prensa” del lunes 27 dio nuevas muestras de insensibilidad: sobre la agresión a los organizadores al llegar al zócalo dijo “…eso tiene que ver con las diferencias que existen. Desde luego no corresponde a nosotros, no alentamos nosotros eso”;  luego implícitamente los calificó: “hay organizaciones afines al conservadurismo que en el tema de la violencia… los que ahora gritan como pregoneros y callaron como momias.”

La expectativa de las elecciones del año pasado y el triunfo del actual presidente hacían pensar en que las cosas en materia de sensibilidad política serían diferentes a las del sexenio anterior, en sentido positivo.  La realidad es que a ese respecto, AMLO ha demostrado tener razón al decir “No somos iguales”; la verdad es que, como él mismo dice, eso sí calienta, porque no son iguales: son peores.

El presidente no considera el contexto social; para amplios sectores de la población no hay claridad y consistencia entre los mensajes y la acción, muchos mensajes no son creíbles ni convincentes y no hay reflexión ni autocrítica sobre lo que no está funcionando o definitivamente está mal.

Es de suponer que un hombre que ha pasado toda su vida laboral en actividades políticas cerca de comunidades indígenas y preocupado por el bienestar de la gente habría desarrollado una mayor  sensibilidad política. Es indudable que este presidente ha desarrollado habilidad personal y sabe manejar el conflicto, saber leer a la gente y reconoce las agendas. El problema es que no sabe (o no acepta) reconocer las diferencias, difícilmente logra acciones de colaboración por convencimiento y no  parece detectar los problemas que puedan afectar sus planes a largo plazo.

AMLO ha caído varias veces en muestras de insensibilidad hacia sus gobernados, incluidos los más pobres a quienes siempre ofreció defender. “Primero los pobres” era uno de sus eslóganes de campaña. 

Lo sucedido con esta Marcha por la Paz no es nuevo. ¿Recuerdan por ejemplo a la madre de familia que se hincó ante él para solicitar ayuda? ¿Su postura ante la muerte de la gobernadora de Puebla? ¿La cancelación de los comedores comunitarios, los refugios para mujeres víctimas de violencia y las estancias infantiles? ¿Las tardías y casi forzadas expresiones de luto por las masacres que se han suscitado en diferentes ciudades del país?

En sus argumentos para no dialogar hizo hincapié en cuidar una falta de respeto a la investidura presidencial, cosa que no le ha preocupado en otras circunstancias como en las frecuentes referencias de Donald Trump de estar usando a México para proteger su frontera.

Foto: W Radio
De hecho, él mismo ha descuidado la investidura presidencial al no “respetar y hacer respetar la Constitución Política y las Leyes que de ella emanan” como lo ha hecho a lo largo de su primer año de gobierno bajo los pretextos de “no ser iguales”, “no confrontar”, “abrazos y no balazos” o “no reprimir” para lo cual ha permitido serias violaciones al Código Penal por parte de quienes bloquean las vías federales de comunicación, permitir la aplicación parcial de investigaciones contra la corrupción como en el caso del Director General de la CFE y acomodar, con el apoyo de su bancada en el Congreso, leyes a modo para designar a funcionarios como el Director del Fondo de Cultura Económica y –peor aún- a la Presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Expresó en sus excusas que cuidaba que no se hiciera un show del que él fuera
Stand Up Presidencial
parte. Pero viéndole bien, sus presentaciones mañaneras equivalen a una  especie de show de stand up en donde él es el principal protagonista: se dirige directamente a una audiencia en vivo e interactúa con el público estableciendo diferentes tipos de diálogos con mensajes a veces intrascendentes, en ocasiones divertidos y, con frecuencia, interactuando con algunos otros personajes que actúan como “patiños”.

Adicionalmente cuando afirma que no le gusta “ese manejo propagandístico” quizá obedece a que el manejo propagandístico que sí le gusta es el que él mismo hace a través de sus mensajes en sus encuentros mañaneros y, especialmente durante sus giras de fin de semana en donde sigue actuando como candidato y no como el presidente de todos los mexicanos.

Y al referirse a que hay diferencias que su gobierno no alienta parece querer olvidar que sus mensajes en su show matutino hacen eco a través de redes sociales y declaraciones de funcionarios de su gobierno y sólo refuerzan la división del país. Por ejemplo, al referirse a la caravana por la paz dijo “ahora gritan como pregoneros y callaron como momias”, frase que seguramente dio pie a que el Subsecretario de Gobernación Ricardo Peralta escribiera en un tuit: “A chillidos de marrano, oídos de chicharronero. #Refrán de #FelizLunes”, en clara referencia a los integrantes de la caravana por la paz.

Luis Ignacio Parada (1936-2018), quien fuera pionero del periodismo económico en España, escribió en el diario ABC sobre la sensibilidad política: “Hay dos maneras de formular objeciones a la política de cualquier Gobierno: las discrepancias en la unanimidad y la unanimidad en las discrepancias. Durante los cinco primeros años del Gobierno de José María Aznar ocurrió lo primero: sólo algunas voces discordantes sonaban, casi por obligación, en medio de la sensación general de éxito. Desde un año ocurre todo lo contrario: rara es la voz que apoya incondicionalmente, y también por obligación, lo que está haciendo, pues lo que es general es la casi total unanimidad en las discrepancias.”

Eso es lo que la insensibilidad presidencial está produciendo en México.

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